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11 ago 2022

El perro vagabundo Joe (narración)

 "No había nada más salvo vivir" (J.M.Coetze)


"Joe era un perro que formaba parte de una pequeña comunidad de barrio. Además de ser un perro indigente era inteligente, muy sociable, pacífico, silencioso y cariñoso con sus vecinos. Su raza era más bien mestiza, de díficil clasificación, con unas características que hacen recordar al galgo. 

   Joe sabía muy bien a quien arrimarse más de la cuenta y de quién iba a ser correspondido cariñosamente. Su piel negra se camuflaba con la oscuridad, y muchas veces sin darme cuenta, seguía mis pasos y me acompañaba al portal de casa. Por  por algún motivo o algún trauma anterior, no solía entrar en el hogar de nadie por mucho que se le insistiera en darle cobijo, sobretodo en los días de tormenta. Al ser un perro callejero es tristemente comprensible que su cuerpo estuviera cubierto con algo de suciedad. De los animales que he conocido, ha sido uno de los que más se recuerda. Tuve algún suceso entrañable con él, algo increíble que no se puede olvidar, que sucedió como un hecho paranormal. Si él te había tomado confianza, se hacía un fiel amigo que se quedaba a tu lado acompañandote tumbandose en el suelo y buscando alguna caricia. En uno de esos días, recuerdo una vez, que parecía que me hablaba; pero no con la voz humana como se debe de comprender, sino con pequeños y continuos aullidos y gemidos. Supongo que en aquel momento supe entenderlo sin saber claramente lo que expresaba. Posteriormente, un verano con mucha calor, logré introducirlo en mi casa y pude darle una ducha fresca, algo que le fue de agrado y que posteriormente hizo que frecuentara sus visitas dentro de mi hogar. También hay que decir, que algunos vecinos procurábamos que nunca le faltará la comida. Otras veces, hay que mencionar que aparecía acompañado de otros perros, algunos incluso de raza. Perros que en algún momento del día o de la noche, y sobretodo en verano, los había abandonado sus dueños, (donde mis padres terminaron por adoptar uno pequeño y mestizo). En esos momentos Joe para el nuevo inquilino del lugar, parecía el responsable, como si fuera un protector y maestro del arte de la supervivencia callejera. Algunos de ellos permanecían días y semanas, pero poco después, desaparecían del entorno.

   Otra vez, me ocurrió otra curiosidad. Su clase social, como se ha explicado, era de condición  callejera y vagabunda, por lo tanto, se podía considerarse que era libre. Del cual se decía que tenía dueño pero que nunca se supo quien era. Solía aparecer en cualquier parte de alguna calle, aunque fuera lejano de nuestro barrio habitual. Un día me lo encontré en unas de esas calles, y me acompaño en el trayecto a casa. Pero en su recorrido, como había algo de tráfico concurrente, su cola la danzaba moviéndola de un lado para otro pero dándome en la rodilla. Me di cuenta que dejaba de darme esos golpecitos, cuando estaba seguro en la acera, al resguardo seguro de los coches. Así fue como me protegió en todo ese caminar. 

   Por entonces yo residía en una barriada un poco apartada del centro. Alrededor había en proyecto algunas instalaciones deportivas. Existía un extenso descampado desolado que en la actualidad y en verano, el municipio suele aprovechar para grandes eventos espectaculares de todo tipo. En otro extremo había otra extensión, también grande, de un parque verde colindante a un río. Un lugar relajante durante el día, pero debido a la tranquilidad y a la soledad del lugar, un poco arriesgado durante la nocturnidad. Para entonces, durante la mayoría de noches; era un lugar perfecto para drogadictos, ladrones de toda índole, y para amantes donde su pasión les obligaba ha hacer el amor en el coche. Para Joe era normal perseguir y molestar ladrando dando la alerta de esos sospechosos y avisar como si fuera un vigilante de seguridad nocturno. Lo que hizo que un día amaneciera con una fuerte herida sangrante que algunos de esos maleantes le propició. Un buen trozo de su lomo derecho se desprendía. Era una herida profunda que podía verse que le había llegado hasta el hueso. Él no se dejaba curar, y por suerte y gracias a sus continuos lametazos de su lengua, poco a poco y al cabo de unos días, la herida se le fue curando. 

   También recuerdo que era un protector de los niños cuando jugaban en la calle y de ancianos cuando tomaban el sol. Joe increpaba poniéndose por el medio dando ladridos a esos jóvenes y locos conductores que no tenían cuidado cuando hacían peripecias con sus vehículos o iban acelerados.

   Son algunas anécdotas sobre él, las que todavía se logran recordar. Algo que solamente los que conviven con animales pueden comprender. Un perro muy noble que tenía unos valores que escasea en algunas personas.

   Lamentablemente, llegó un desagradable día que pasó una perrera municipal y se llevaron a Joe. Como era un día laboral, muchos de los vecinos estábamos trabajando. Fue demasiado tarde cuando los amigos y amantes de Joe, nos enteramos de su -captura-, donde alguien fue a rescatarlo a la perrera, pero que ya fue demasiado tarde porque ya lo habían sacrificado. Tuvo un final muy indigno para un perro que fue muy noble." 

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