"No conozco personaje más limpio que una madre, ni corazón con más capacidad de amar que el corazón de una madre" (Máximo Gorki)
"La pobre anciana parecía un objeto decorativo de su hogar. Era muy silenciosa y apenas se lamentaba de sus crónicos dolores. Su vida a esa edad consistía en poca cosa. Se levantaba por las mañanas, se aseaba, desayunaba sus galletas con leche, y posteriormente se situaba en ese reservado rincón del sofá. A continuación su familia le ponía en marcha el televisor en su canal preferido, y así trascurria su día a día. Sin apenas comentarios, permanecía inmóvil durante diez horas viendo la variedad de sus programas favoritos. Después de sus respectivas comidas y cena, le ponían su camisón blanco y la acostaban hasta la mañana siguiente. A veces, sólo el movimiento de sus huesudas manos, su delgada figura y la de su amplio vestido negro en señal de luto por sus seres queridos, testimoniaba todavía en ese hogar la existencia de una madre."
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"Siempre anda por la calle con unas botas vaqueras altas de piel. Algo debe de llevar en sus tacones, que cuando camina se le escucha el taconeo de sus pasos que simulan a los cascotes de un animal, o a la marcha de un reloj antiguo, ¡Tic, tac, tic, tac!. Todo el personal que deambula o está sentada tomando un refresco a su alrededor, se ve obligado a girar la vista y mirarla. Además, suéltamente luce una gran cabellera pelirroja que se mece al vaivén de sus pasos femeninos, algo que hace recordar en su caminar a un bello potrillo libre y salvaje."
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