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27 ago 2022

Relatos Cortos Próximos. 30 Parte

 

"Lo llamaremos Ulises -dijeron-. El perro lo encontraron solo balanceándose en una tabla de surfing, donde al parecer un atrevido y loco surfista lo llevó de acompañante en ese transporte. Posiblemente sorteando en una de esas olas su dueño se ahogó. Quizás se desprendió de la cuerda que unía a su tabla, y el mar se lo tragó. Los socorristas de la playa con sus prismáticos, divisaron a lo lejos a Ulises que permanecía ladrando como dando aviso, asustado y preocupado de su desaparición. Ulises fue el superviviente de esa innovadora aventura que se salvó milagrosamente, porque permanecía atado a otra cuerda que unía su collar a la dichosa tabla. Los socorristas fueron en su auxilio. Durante días un equipo de guardias costeros buscaron ese supuesto cuerpo, pero no encontraron nada. Fue una semana después que apareció en la madrugada, flotando, el cadáver del que pudo ser su dueño. El cuerpo ya estaba algo descompuesto con su cara desfigurada y los dedos comidos. Quizás por su mal estado, Ulises no dió señales de reconocerlo. Los guardias costeros adoptaron a Ulises como mascota. Desde el suceso, el perro cada mañana se asienta a la orilla del mar mirando al horizonte, esperando la llegada de su dueño." 

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"...Nuestras convicciones más arraigadas, más indubitables, son las más sospechosas, ellas constituyen nuestro límite, nuestros confines, nuestra prisión" (J. Ortega y Gasset)

"Era una época que prometía progreso. El capitalismo difundía el consumo que garantizaba el bienestar. Muchos trabajadores inmigrantes de los pueblos donde sólo existía la pobreza, aprovecharon esa propaganda. A base de mucho trabajo, facilitaban la oportunidad de construir en solares urbanizables, la casa de sus sueños. Los más atrevidos, así lo hicieron con sus ahorros. Algunos más adinerados lograban que ese sueño se avanzará más pronto en su construcción. Pero hubo otros que, la construían más lentamente con sus esfuerzos físicos, con sudor y con conocimientos propios. Lo hacían en días festivos y en las vacaciones de verano. Enlazaban su trabajo semanal con la fabricación de su ilusión en la futura vivienda. Empezaban con la simple construcción provisional de un cobijo compuesto de las cuatros paredes y el techo, donde bajo ello, se encontraba mezclado, la cocina, las camas y demás enseres.

Ilustración de Javier Jaén 




Unos conocidos empezaron hacer una base en la tierra; el comienzo de la obra que sería para otro cobijo adjunto. Pero bajo el suelo arenoso, empezaba a aparecer, otro subsuelo duro y rocoso. Con sus picos y palas fueron sacando piedras y arena de la base marcada. Tuvieron la sorpresa en descubrir que una enorme roca sostenía toda aquella base y quizás la de la mayoría del terreno. Entonces decidieron solamente, romper la roca de la parte necesitada. Empezaron día tras otro dia, con sus picos, a destruir esa masa dura. La roca era tan consistente que extenuaba a sus dueños. El esfuerzo que empleaban sólo hacia cosquillas a esa masa tan sólida. De cuando en cuando, saltaba al aire algún pequeño trozo de esa superficie. Día tras día, los esfuerzos seguían en balde, y el avance de esa construcción iba quedando retrasado. Además, las herramientas se desgastaban o se rompían. El agotamiento diario desmoronaba. Era verano y el calor era insoportable.

    Pero nada se interrumpe con el empeño y el esfuerzo humano. En unos de los siguientes días, los golpes de los picos, lograron partir una buena parte de la roca. Por fin apareció, aunque tarde, el resultado de ese esfuerzo.

   La fortaleza de esa roca desgastó a sus dueños. Los días se consumieron golpeándola. Y la sala adjunta dejó de construirse para postergarla. La casa se término de construir algunos años después. Pero si no se recuerda mal; así transcurrió aquel verano del año 69." 

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