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25 ago 2024

El carro de madera y el corazón (narración).

"El privilegio de toda una vida es convertirte en quién realmente eres" (Carl Jung)

La narración comienza por el final de la historia: La causa de su muerte fue: por fallo cardíaco. El corazón se desplazo de su lugar.

   Este es un relato real que ocurrió al final de los años setenta, sobre un hombre humilde y sencillo que amaba y demostraba ser una persona independiente. No quería depender de nada ni de nadie y ni que nadie dependiera de él. Y así procuraba que en todos sus acciones fueran de ese modo: predominando la libertad en palabras y hechos. 

   Su trabajo consistía en recoger la chatarra callejera abandonada en la ciudad. Para ello se levantaba a una hora muy temprana desayunando lo consistente para arrastrar un carro de madera con enormes ruedas como si fuera un animal. Un trabajo que no deja de considerarse digno, con una labor similar a las que hacen las hormigas: recoger todo aquello inservible desechado por una parte de la sociedad.

    En su carácter destacaba la seriedad y la soledad, procurando no inmiscuirse en asuntos que no debía, ni meterse en la vida de nadie, y no permitiendo que nadie se entrometiera en la suya.

   Esa soledad tan estricta no le favorecía para tener amistades, pues sólo mantenía las justas y necesarias para subsistir el día a día. A parte de tener ese carácter tan solitario, demostraba ser una persona muy integra con una moral fuera de lo común. Sus expresiones y su manera de hablar demostaban tener cultura pues tenía amplios conocimientos de muchas clases, y en sus ratos libres tenía la preferencia de instruirse con literatura de todos los estilos. 

   Todo ello era muy chocante con su estilo de vida, pues ante todo era como un ermitaño moderno que recordaba a Zaratustra, el personaje de Nietzsche. Pues era demasiado inteligente para trabajar llevando como un animal, un carro de chatarra.

   Puedo decir, que fuí un afortunado en conocerlo en un encuentro breve, junto con unos familiares con los que se relacionaba y que en común yo conocía. 

   En ese breve encuentro, pude comprobar la humanidad de su persona, pues sus conversaciones eran de admiración. Poseía un estilo con clase sencilla sin apariencia ninguna y libre de hábitos tóxicos. Su comportamiento lo terminaban de definir, y verdaderamente, su manera de ser transmitía independencia y libertad. Además de todo esto, era un  inconformista y antisocial con la  sociedad consumista que iba creciendo; pero sobretodo, un hombre que sabía y le gustaba vivir en soledad. 

   Todo ello no impidia que fuera agradable con todos aquellos pocos que se relacionaba. Tenía por parte de su hermana, dos pequeños sobrinos. Un domingo se presentó por sorpresa y se llevó a sus sobrinos a un parque de atracciones. Lo que fue un inesperado regalo de su tío.

   Los niños pasaron un día inolvidable que seguramente recordarán toda su vida. Disfrutaron y se montaron en todas aquellas atracciones, y donde los tres subían y bajaban en la cesta de la enorme noria y se deslizaban a toda velocidad por los railes de una montaña rusa.

   Los niños llegaron a casa exhaustos y contentos por el día y la experiencia feliz con su tío.

   Su tío sin embargo, se acostó más pronto y más cansado de lo habitual. Se durmió enseguida y no se despertó nunca más.

   No sé, ni puedo explicar cómo entraron en su casa y cómo lo encontraron. El médico forense, pocos días después, explicó a su familia que falleció por causa del corazón. El médico diagnósticó que algún movimiento brusco fue el causante de que desplazara unos milímetros el corazón de su lugar. 

   Sólo los pocos allegados lamentaron tristemente la perdida de un amigo tan ilustre donde en momentos muy difíciles, demostró ser un solidario de buen corazón. Pocos días después, como si se tratara de un homenaje, apareció pintado en la pared de su casa, un enorme corazón rojo que alguien anónimo procuró mantenerlo vivo por mucho tiempo. 

   El carro de madera con sus enormes ruedas permaneció abandonado en un rincón de su calle que el destino poco a poco destruyó.

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