"El derecho colectivo no es respetable mientras no sea expresión del derecho individual" (Carlos Malato)
"La política es demasiado importante como para dejársela en exclusiva a los políticos" (general De Gaulle)
Tierra y Libertad se edito en 1888 en el barrio barcelones de Gracia. Revista de ideología anarquista de periodicidad quincenal que primeramente alcanzó solamente 23 números.
A partir de mayo de 1899 se edita primero como suplemento de La Revista Blanca, dos años después se edita como revista independiente dirigida por Francisco Urales, González Solá y Saavedra. Por entonces contaban con la colaboración e Rafael Urbano, Pahissa, Eliseo Reclus, Carlos Malato, etc...
En 1906 se traslada la revista a Barcelona con ediciones continuas hasta 1919 que fue suprimida, reapareciendo en 1923 y nuevamente suprimida por la dictadura de Primo de Rivera. En esa última época fue dirigida por Herreros y Soledad Gustavo, contando con la colaboración de Víctor García, Emilio Boal, Fdo Urales, Anselmo Lorenzo, etc... La revista reapareció en 1930 donde se hizo cargo de su edición la Federación Anarquista Ibérica (FAI).
En la foto adjunta es la portada
correspondiente al desgastado número 11 de la Revista Tierra y Libertad, Quincenario Anarco-Comunista. Año I, Barcelona 20 de octubre de 1888. En este número se inicia con una llamada para que acudan a una reunión que tendrá lugar en un local del barrio de Gracia. A continuación se comenta un repudio a las Repúblicas asesinas; pues hace mención a la persecución y condena que sufren los anarquistas en diferentes países de Europa, pero haciendo especial mención a unos ejecutados en la horca en los Estados Unidos, a los que popularmente se conocerán después como <Los Mártires de Chicago>.
La revuelta o masacre de Haymarket tuvo lugar el 4 de mayo de 1886 en Chicago, habiendo ocurrido una serie de protestas respaldando a los trabajadores en huelga en reivindicación de la Jornada Laboral de 8 horas. Durante la manifestación, se lanzó una bomba contra la policía. Esto causó detenciones hacia 8 trabajadores, habiendo también 60 heridos. De estos ocho detenidos, cinco de ellos fueron condenados a muerte. Este suceso se le llama popularmente en el movimiento obrero <Los Mártires de Chicago>. Posteriormente se les recuerda cada 1° de mayo, el día del trabajador, en todo el mundo.
En esta revista, especie de boletín que nos puede hacer recordar los BOE del Estado, se expone una moral anarquista, que comprende una forma de ser, como se podrá comprobar, muy lógica y natural, donde existen comportamientos que están fuera de egoísmos pero si llenos de solidaridad.
Todo está explicado minuciosamente como se demuestra a continuación, con la parsimonia habitual de un lenguaje con expresiones castellanas de esa época del siglo XIX, sin embargo, estas expresiones están tan definidas que no causan malas interpretaciones y uno sabe a que atenerse.
La organización es como la construcción de un edificio, pero no es necesario que sea un edificio fijo, pues para esta ideología, sus cimientos pueden ser moviles.
Y comenzando en lo que respecta a la individualidad, explica que ya sea por sentimiento, la condición natural del hombre no descansa hasta lograr comunicar sus impresiones con otros semejantes. Es una atracción necesaria que por simpatía hace constituir un grupo pensante, sin ser necesario ningún tipo de ley, ni escrituras para su creación. Pues existe una armonía que conservará todo, y sobretodo, mientras las ideas y necesidades que dieron forma, se conserven intactos; y todo aquel que participe en ello, está sujeto a esta regla. Todo está basado en el principio de las leyes naturales: nacer,crecer, reproducirse y morir.
Un grupo anarquista debe estar compuesto por componentes que se encuentren siempre en pleno derecho de poder expresarse con todas sus facultades naturales, sin sentirse condicionados a mayorías ni a minorías; además requiere estar por inquietud en constante movimiento.
El individuo es libre en su persona haciendo lo que quiera sin importunar al grupo, ni a otra colectividad. Nadie debe dictar leyes, ni él debe dictarselas a otros salvo para regular, convivir y alternar armonía con el resto de sus compañeros. Desde el momento de su agrupación, por sus diferentes necesidades, hay que acostumbrarse a los gustos y necesidades de cada uno donde se conocerán con el trato diario, cosa que ha de respetarse por cada componente.
Cómo se ve, para este lógico pensamiento y comportamiento, se vuelve a recordar, que no se necesitan ni escrituras ni previos acuerdos. Tampoco hay que dar la supremacía a la mayoría por la razón de fuerza numérica, como si fuera un acto propio del gobierno. Ha de estar constituido el grupo donde se debe hallar el equilibrio aconsejable para aquellos pesimistas que no encuentran la armonía.
Los objetivos de un grupo constituido por un indiferente número de personas, y siendo compañeros de ideas, deben encontrar la satisfacción y contribuir con sus personales esfuerzos a enderrocar todo aquello que va contra la marcha de una revolución. Para esto debe y es aconsejable relacionarse con otros grupos de su localidad o provincia.
Una más entre otras actividades, es la de creación por ejemplo, de una biblioteca, la elaboración de un periodo o de hojas impresas informativas que sirven a la vez de propaganda y procurando instruir y atraer a nuevos grupos. Se comprende que para realizar cualquier trabajo es indispensablemente necesario dinero, el cual hay que procurar obtener como se crea conveniente.
Si un grupo es pequeño es fácil entenderse sin necesidad de mucha discusión, y suele ocurrir que la voluntad de uno, es la voluntad de otro. No sucede lo propio y tan fácil en un grupo numeroso, pues los pensamientos y actividades pueden ser más variadas, pero es conveniente hacer acuerdos para decidir las futuras acciones. La cuestión es poner el pensamiento en práctica.
Un grupo debe tener por objetivo principal, la confraternidad de los individuos, intercambiando constantemente impresiones y conocerse mutuamente, pues para llevar un plan de acción sea del tipo que sea, es en el grupo donde hallará la facilidad para realizarla.
En el criterio anarquista, no es muy comprensible que una idea esté encerrada en la mente de alguno privando a los demás de compartir lo que puede ser una buena idea o de constatar otra opinión.
Los grupos por tanto, tendrán la necesidad de reunirse tantas veces como crean conveniente, debatiendo temas, reavivando el espíritu revolucionario, tan importante como lo es el movimiento físico. En el movimiento está la vida. En el quietismo está la muerte.
A continuación, surge algo contradictorio en el concepto de discutir y de acordar. Pues dice: que ningún grupo tiene necesidad de reunirse para decidir y tomar acuerdos en el sentido de la palabra, pues en los colectivistas, esto de reunirse por grupos o secciones, y de considerar que de allí ha de salir un acuerdo por el voto de la mayoría, para muchos de algunos, no es más que hacer un acto gubernamental, y un medio de enredo similar a otros actos ajenos.
Sin embargo, también se propone y se pretende, que en las colectividades se suprima el salario y se base todo en proporción a los servicios que cada uno preste a la sociedad.
Puede suceder, que en una misma localidad, o en un mismo barrio, exista varios grupos, tantos como temperamentos puede haber, como clases de trabajo que se propongan llevar a cabo. Y puede suceder que una parte o todos de estos grupos, estén organizados de otra manera diferente a la nuestra. Pero nada debe importarnos mientras las aptitudes no se impongan a la de los demás. Si no fuera así, sería imposible la buena armonía.
En los grupos que son numerosos, se acostumbra hacer una voluntaria recaudación, pero este sistema transcurrido un tiempo, se ha modificado en un sistema de cuotas, donde previamente se ha acordado en previsión de gastos, mantenimiento o en proyectos que puedan tener el grupo.
Todo lo comentado, es simplemente una parte de la información del boletín o revista. Pues sucesivamente, en los siguientes números, continúa el procedimiento de esta moral libertaria. No exenta de ética, de libertad, de utopía, de sabiduría, de solidaridad, de militancia social y de lucha comprometida, porque los cambios parten de la base de la sociedad.
Aunque muchos de estos procedimientos ya son de uso común en la mayoría de asociaciones, ateneos, etc... antropológicamente hay testimonios escritos anarquistas como este de 1888. Culturalmente, las decisiones grupales se ha ido modificando al criterio y a las aptitudes modernas de sus ciudadanos, donde evidentemente puede existir otra integridad o intereses.
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