"Respecto a los dioses, no tengo medios de saber
si existen o no, ni cual es su forma. Me lo impiden muchas cosas:
La oscuridad de la cuestión y la brevedad de la vida humana".
(Protágoras)
André Gide (1869-1951).- Reconocer el pasado.
"...Entre los que le odian a uno porque le conocen, y los que le odian porque no le conocen, nos preguntamos, cuales son preferibles.
Intentar, uno mismo, no amar ni odiar sino en pleno conocimiento de causa.
De lo que más se sufre, es de ser odiado por algunos a los que uno ama, que deberían amarle; le amarían, sólo con que consintieran en conocerle.
Algunos jóvenes se declaran nuestros enemigos sin preocuparse lo más mínimo por saber si no amamos tal vez lo que ellos aman, y si no lo buscamos con ellos. ¿Por qué no admiten que podamos contemplar nuestros escritos pasados con la misma mirada que ellos; que, sin renegar de nuestra obra de ayer, podamos considerarla sin indulgencias?
Creen deber rechazar el pasado para arrojarse al futuro. No parecen sospechar que es para estar más cerca de ellos por lo que aceptamos ser desconocidos y aborrecidos por los de nuestra generación. Al rechazarnos, se empobrecen y se traicionan a sí mismos. ¡Qué refuerzo no encontrarían, al contrario, si consistieran en reconocer como suyos a aquellos que, aun formando parte del pasado, se oponen a él!.
Pues es absurdo pretender condenar, en nombre del futuro, todo el pasado; es absurdo no reconocer aquí, como en todas las partes, una filiación, una continuidad, y que el espíritu que lo anima, más o menos oprimido, nunca ha dejado de existir. Siempre ha habido, frente a los satisfechos que se instalan en la época presente en la que prosperan y echan carnes, espíritus inquietos a los que atormentan una secreta exigencia, a los que no satisface en absoluto el bienestar egoísta y que prefieren la marcha al reposo.
La vista de esos jóvenes de hoy me parece miope. Nada envejecerá más deprisa que sus modernismos; sólo apoyándose en el pasado puede el presente tomar carrerilla hacia el futuro".
(André Gide, extracto de su libro "Diario" 1889-1949 editado supuestamente una primera edición en Buenos Aires en 1963).
Albert Camus (1913-1960).- Lo Absurdo.
"... Existe un hecho evidente que parece enteramente moral: un hombre es siempre presa de sus verdades. Una vez que las reconoce, no puede apartarse de ellas. No hay más remedio que pagarlas. Un hombre que adquiere conciencia de lo absurdo queda ligado a ello para siempre. Un hombre sin esperanza y consciente de no tenerla no pertenece ya al porvenir. Esto es natural. Pero es natural también que haga esfuerzos por liberarse del universo que él mismo ha creado. Todo lo que precede no tiene sentido, precisamente, sino considerando está paradoja. Nada puede ser más instructivo a este respecto que examinar ahora hasta dónde llevaron sus consecuencias los hombres que reconocieron el clima absurdo, partiendo de una crítica del racionalismo.
Ahora bien, para atenerme a las filosofías existenciales, veo que todas, sin excepción, me proponen la evasión. Mediante un razonamiento singular, partiendo de lo absurdo sobre los escombros de la razón, en un universo cerrado y limitado a lo humano, divinizan lo que los aplasta y encuentran una razón para esperar en lo que les desguarnece. Esta esperanza forzosa es, en todos, de esencia religiosa. Se merece que nos detengamos en ella.
Un comentarista cita una de sus frases que merece interés: "La única verdadera salida -dice- está precisamente allí donde no hay salida alguna para el juicio humano. Si no, ¿para qué necesitaríamos a Dios? No se vuelve uno hacia Dios sino para obtener lo imposible. Para lo posible, se bastan los hombres". Si hay una filosofía de Chestov, puedo decir que esta frase lo resume por completo. Pues cuando, al término de sus análisis apasionados, Chestov descubre la absurdidad fundamental de toda existencia, no dice: "He aquí lo absurdo", sino: "He aquí a Dios; es a él a quien hay que remitirse, aunque no corresponda a ninguna de nuestras categorias racionales". Para que la confusión no sea posible, el filósofo ruso insinúa inclusive que este Dios puede ser vengativo y odioso, incomprensible y contradictorio, pero cuanto más horrible es su rostro tanto más afirma su poder. Su grandeza es su consecuencia. Su prueba es su inhumanidad. Hay que saltar a él y librarse con este salto de las ilusiones racionales. Por lo tanto, para Chestov la aceptación de lo absurdo es contemporánea de lo absurdo mismo..." (Albert Camus, extracto de su libro "El Mito de Sísifo" publicado originalmente en francés en 1942).
José Bergamín (1898-1983).- La soledad.
"... El hombre no está solo enteramente,como creía Nietzsche, más que cuando se encuentra sin Dios. Ensimismado. Que es todo lo contrario de enfurecido. Y de entusiasmado. Y esa no es soledad verdadera, la del hombre sin Dios, sino mentiroso aislamiento. Separación de su ser en el mundo, y por el mundo absorto de angustiosa nada. Cuando es anonadado el hombre por tal angustia, ensimismado en ella y por ella, deja de pensar al mismo tiempo que deja de existir. El ensimismamiento es suicida.
La soledad del hombre en el mundo no es la separación de su ser en él, es la separación de su ser de sí mismo: su partida de sí para salir afuera, su partirse o romper de este modo consigo mismo.
La enajenación racional del pensar cristiano en el mundo es como la apacible y apaciguadora locura furiosa de Don Quijote; es un existir supenso en la angustiosa nada y ansiosamente traspasado de desesperada esperanza. Ser en el tiempo, parecer en el mundo. No es aislamiento la soledad del hombre porque no es su separación de la totalidad divina, sino su entera y verdadera reintegración en ella...
Entre el dolor y la alegría se afirma el ser temporalmente como transcendencia espiritual jubilosa de una vida que puede más que el goce y más que el dolor, como la verdad puede más que la razón, según nos decía el otro Don Miguel quijotesco.- "Verdad y vida es mi divisa -escribía-, y no razón ni goce". Ni tampoco dolor, añadiríamos, si no es amorosamente traspasado por la fe quijotesca, de alegre, luminosa esperanza. (José Bergamín, extracto de su libro "El Pensamiento Perdido" de 1976).
Este es un pretencioso Manual de Autosuficiencia Ética, que está compuesto en diferentes partes, formado a base de fragmentos
breves recogidos con la intención de fomentar su lectura, de facilitar el pensamiento y el
desarrollo personal. Recordando, exponiendo y respetando, los interesantes ideales de
diferentes personalidades de la historia, donde se abarcan conceptos
diversos como los: sociales, filosóficos, políticos, literarios,
artísticos, ficción y etc..., todavia muy válidos para la actualidad.
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