...
"-Por lo demás, ten presente, mi querido Glaucón, que nosotros no seremos culpables de injusticia para con los filósofos que se formen entre nosotros, y que podremos exponerles muy buenas razones para obligarles a que se encarguen de la guarda y de la dirección de los demás. Les diremos: en otros Estados puede excusarse a los filósofos que evitan la molestia de los negocios públicos, porque deben su sabiduría sólo a sí mismo, puesto que se han formado a pesar del gobierno y, por lo tanto, es justo que lo que sólo se debe a sí mismo en su origen y en su desarrollo, no esté obligado a ninguna clase de reconocimiento para con nadie; pero vosotros no estáis en este caso; os hemos formado consultando el interés del Estado y el vuestro, para que, como en la república de las abejas, seáis en ésta nuestros jefes y nuestros reyes, y con esta intención os hemos dado una educación más perfecta, que os hace más capaces que todos los demás para unir el estudio de la sabiduría al manejo de los negocios. Descended, pues, cuanto sea necesario, a la estancia común; acostumbrad vuestros ojos a las tinieblas que allí reinan; y cuando os hayáis familiarizado con ellas, juzgaréis infinitamente mejor que los demás la naturaleza de las cosas que allí se ven; distinguireis mejor que ellos los fantasmas de lo bello, de lo justo y del bien, porque habéis visto en otra parte la esencia de lo bello, de lo justo y de lo bueno. Y así, tanto para vuestra dicha como para la de la república, el gobierno de nuestro Estado será una realidad, y no un sueño, como en la mayor parte de los demás Estados, donde los jefes se baten por sombras vanas y se disputan con encarnizamiento la autoridad, que miran como un gran bien. Pero la verdad es que todo Estado en que los que deben mandar no muestran empeño por engrandecer se, necesariamente ha de ser bien gobernado y ha de reinar en él la concordia; mientras dondequiera que se ansíe el mando no puede menos de suceder todo lo contrario.
- Es cierto- responde Glaucón.
¿Resistirán nuestros discípulos la fuerza de estas razones?. ¿Se negarían a cargar alternativamente con el peso del gobierno, para ir después a pasar juntos la mayor parte de su vida en la región de la luz pura?
- Es imposible que lo rehúsen porque son justos y justas también nuestras exigencias; pero entonces cada uno de ellos, al contrario de lo que sucede en todas partes, aceptará el mando como un yugo inevitable.
- Así es, mi querido amigo. Sí puedes encontrar para los que deben obtener el mando una condición que ellos prefieran al mando mismo, también podrás encontrar una república bien ordenada, porque en el Estado sólo mandarán los que son verdaderamente ricos, no en oro, sino en sabiduría y en virtud, riquezas que constituyen la verdadera felicidad. Pero dondequiera que hombres pobres, hambrientos de bien, y que no tienen nada por sí mismos, aspiren al mando, creyendo encontrar en él la felicidad que buscan, el gobierno será siempre malo, se disputará y se ursupará la autoridad, y está guerra doméstica e intestina arruinará al fin al Estado y a sus jefes.
-Nada más cierto, respondió Glaucón.
-¿Conoces alguna condición como no sea la del verdadero filósofo, que pueda inspirar el desprecio de las dignidades y de los cargos públicos?.
- No conozco otra.
-Además es preciso confiar la autoridad a los que no están ansiosos de poseerla, porque en otro caso la rivalidad haría nacer disputas entre ellos.
- Sin duda.
-¿A quién obligará a a aceptar el mando, sino a los que, instruidos mejor que nadie en la ciencia de gobernar, cuentan con otra vida y otros honores que prefieren a los que ofrece la vida civil?.
- No me dirigiría a otros.
-¿Quieres ahora que examinemos juntos de qué manera formaremos a los hombres de este carácter, y cómo los haremos pasar de las tinieblas a la luz, como se dice de algunos que han pasado de los infiernos a la estancia de los dioses?.....
-No se trata aquí de un lance de tejo como en el juego, sino de imprimir al alma un movimiento que la eleve de la luz tenebrosa que la rodea hasta la verdadera luz del ser por el camino que por esto mismo llamaremos filosofía..."
*Parte de fragmento de su libro séptimo de Platón de La Republica o el Estado. Donde su argumento trata de la educación de los jóvenes, donde son escogidos los que están dotados de un alma para la filosofía, además de estar preparados físicamente como en el espíritu, al gusto por la verdad, y el desprecio por la mentira. Teniendo virtudes para la templanza, el valor, y la grandeza del alma, etc.. Después de ser preparados en diferentes clases de educación básica, hay que soportar pruebas de dignidad, y aquellos que han llegado a sus cincuenta años y hayan cumplido con honor, serán llamados para consagrarse únicamente al objeto supremo de la filosofía, a gobernar, inspirándose en el ideal del bien, al resto de los ciudadanos; porque entonces serán los mejores de los hombres y los más hábiles políticos del mundo".
*****
Este es un pretencioso Manual de Autosuficiencia Ética, que está compuesto en diferentes partes, formado a base de fragmentos breves recogidos con la intención de fomentar su lectura, de facilitar el pensamiento y el desarrollo personal. Recordando, exponiendo y respetando, los interesantes ideales de diferentes personalidades de la historia, donde se abarcan conceptos diversos como los: sociales, filosóficos, políticos, literarios, artísticos, ficción y etc..., todavía muy válidos para la actualidad. Se ruega la comprensión del autor o editor original por esta pequeña publicación.
*****