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Ella siempre aparecía sonriente, era guapa, nada de otro mundo, pero muy agradable. Poseía una voz muy bonita y sensual, donde sus comentarios enseguida atraían.
A pesar de que esas actuaciones eran dignas de un artista, esos vídeos en la red sólo contaba con un seguidor. A pesar de todo, esos cortos permanecían en esa virtualidad durante mucho tiempo. Las visualizaciones no destacaban con más espectadores, pero ella pensaba que, aunque fuera sólo por ese único seguidor, merecía la pena continuar con esos shows. Ese admirador -se decia- es como un hijo para mí, tengo que cuidarlo para que crezca lo más sano e intelectual posible.
Por lo menos existía una persona que mantenía un interés en sus relatos, y eso ya era un fundamento y una razón suficiente para continuar positivamente con esos breves espectaculos. Parecía un admirador fiel, firmaba con breves comentarios o con iconos simpáticos con el nombre de -Deepblue-, donde se suponía que debía ser una chica, pero que exactamente nunca hizo una confirmación de si era hombre o mujer, o incluso si era un menor.
A pesar de ello, no suponía para ella un motivo de desesperación para renunciar a su proyecto. Estaba muy orgullosa y convencida que eso era lo que sentía y lo que quería hacer. Se tienen ciertos sueños que son para realizarse donde la imaginación permanece muy despierta. Los proyectos se inician para ser construidos, y una vez que se comienza, resultaría una desilusión poner marcha atrás. Estaba muy segura de que tras un largo transcurso sería apreciada y valorada por más aficionados.
Ella notaba la mirada de su único observador en el recorrido de sus cortas filmaciones sin faltarle nunca el ingenio. En todo ese tiempo el seguidor se mantenía fiel en su suscripción. Y exclusivamente tomó la decisión final de dedicarle todos sus capítulos diciendo: - Para mi admirado admirador Deepblue-.
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