"Vengo a este lugar cada mes de julio -me dijo-. Vengo a saborear, -porque creo que esa es la definición correcta-, del olor de estos pinos. Tengo una enfermedad crónica pulmonar que adquirí de juventud, y el aroma y la brisa de estos pinos, me alivian. Así que, proyecto cada año reservar el lugar y vengo con esta vieja caravana que lleva conmigo unos diecisiete años, y es como una segunda vivienda para mí. Es como un mes sabático. Procuro dejar durante este tiempo, mi negocio y abandonar totalmente todas las preocupaciones que mantengo durante todo el año; incluso me alejo y descanso de mi mujer y de mis usureros hijos. Este pinar es un lugar sagrado al que adoro y respeto. Su aire me purifica y me da cierta vitalidad, -continuó diciendo-.
Y cada mañana al amanecer, tomaba un cubo verde de plástico, y se acercaba a la fuente a recoger agua para regar y refrescar ese centenar de pinos, cuidándolos como a unos verdaderos hijos. En su soledad, le vi un día a lo lejos, hablar con ellos; los abrazaba uno a uno, como si no tuviera otra cosa mejor que hacer; les daba las gracias y los besaba".
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"La plenitud de un momento feliz, se puede encontrar en la inocencia de la niñez.
Como la de dos niños y hermanos que jugaban con sus bicicletas y patinetes, deslizándose o dejándose llevar por la inercia de una pendiente.
Estoy seguro, que ese instante dichoso permanecerá en el recuerdo para el resto de sus días. Fue un instante que te hacen ver la alegría, porque reían y disfrutaban en sus caídas.
Para algunos eran unos niños emigrantes, pero para ellos, sin importarles el lugar, sólo estaban jugando en un trozito de mundo".
(The Hunter of Dreams)
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"Lo que has perdido
se ríe de tí
pero
¿quién no se perdería
por recuperar la voz?
ave del paraíso
abre tu párpado de seda".
(El arpa abandonada, poema de Eunice Cohen.)
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