"Cuando tocaba el saxo, siempre terminaba llorando. Decía que su sonido producía y transmitía unos escalofriantes sentimientos. También comentaba, que no se podían descartar otros instrumentos como: el violín, la guitarra o el piano, que comunicaban otros afectos. Pero que en el caso del saxo, existía esa ternura metálica que conectaba directamente con el alma.
Aunque podría ser un saxofonista famoso y hacerse conocido a través de los medios de comunicación, él rechazaba cierta fama. - No existe nada mejor como acercar al humano, el sonido para que lo acariciase-, decía.
Siempre tocaba en ramblas y paseos y espontáneamente en verano en terrazas de los bares, haciendo estremecer con su música a los paseantes que tenían la oportunidad y la suerte de oírlo y verlo llorar".
*****
"Entre las vías del tren transcurría su vida laboral. Llevaba esos carriles introducidos en sus venas como un auténtico profesional del ferrocarril y como aquellos que aman a su trabajo. Bajo su control, estaban pulsadores y botones que le daban la responsabilidad de transportar el tren y de llevar a sus pasajeros con tranquilidad y seguridad a su destino.
El recorrido de sus vías, están llenas de señales y balizas entre otras cosas, porque además; es como un lenguaje gnóstico que hay que saber interpretarlas. El tren - me dijo mientras lo conducía sonriendo-, contiene una misión, y tiene un principio y un fin".
(The Hunter of Dreams)
*****
"Pertenezco a un género incierto.
No entre el hombre y la mujer.
Ni entre el mono y el hombre.
Sino entre el hombre y el ángel".
(Poema sin título de Maria Antonia Ortega. Nació en Madrid en 1954)
*****