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15 ago 2021

El baile de dos solitarios ( Cuento- narración)

 "Sin pretensión de querer controlar lo incontrolable de la existencia" (Herman Hesse)



"A veces parece que el destino junte unos hechos y a unas personas. 

En un callejón sin salida se situaba un pequeño bar que antaño fue muy popular y frecuentado por gente bohemia y anarquista. En la actualidad era una tasca olvidada, casi clandestina, que ahora solo lo visitaban apenas unos asiduos obreros y otros de dudosa calaña.

Lo regentaba una vieja mujer que el aprecio a su oficio, a la receta estupenda y especial de una tortilla de patatas, y los viejos recuerdos, le mantenía activa detrás de una desgastada barra de mármol blanca.

   La desorientación del lugar hicieron posible que una pareja perdida y desconocida entre sí, se encontrarán en esa ubicación.

   Primero fue él, que entró en ese bar y pidió mientras buscaba un asiento, un whisky doble con hielo. Cuando se sentó, meditó buscándose una explicación de cómo había llegado a ese local.

   Poco después, llegó ella. Una chica alta y delgada. Se sentó en un rincón detrás de una mesa, y pidió lo mismo; otro whisky doble con hielo.

   Al rato, la anciana veía en ellos que ambos estaban llenos de soledad. Entonces salió detrás de su barra blanca y se dirigió a una olvidada y vieja máquina de música que milagrosamente todavía funcionaba. Eligió un disco, y puso una moneda. La música llenó el silencio del lugar.

   Entonces, los dos jóvenes se miraron determinadamente, y como si la canción fuera la propicia, se pidieron uno a otro, a la vez; bailar.

   La anciana se percató que era un encuentro y un momento especial que no había que desaprovechar. Fue a su máquina musical y echó varias monedas más, donde suponía que las canciones de su época harían el resto del trabajo.

   Así fue. La pareja siguió bailando mejilla contra mejilla sin desprenderse ni un momento de sus brazos. La música les envolvía.

   La anciana les contemplaba fascinada en silencio y quieta como una estatua de piedra.

   La pareja continuó bailando hasta altas horas de la noche. El dolor de piernas daban señales de agotamiento, y esto les hizo abandonar su tarea.

   Ambos se marcharon del mágico sitio agarrados de la mano. Aparecía la primera luz de un nuevo amanecer, y dejaron en manos de la voluntad del destino, que les llevará juntos a otra estancia.

   La anciana fue testigo de un encuentro peculiar, en la que el destino le había hecho colaborar".

             *****