"El signo más cierto de la vejez,
es el sentimiento de la soledad"
(Louise May Alcott, 1832-1888)
"El Viejo siempre estába solo. Solía pasar todos los días del verano asomado desde su ventana con una camiseta desgastada y un pantalón corto viendo pasar al vecindario A veces parecía una vieja estátua que solamente se interrumpia con un movimiento muy lento al rascarse la oreja. Así, de esta manera solía pasar todos los veranos desde hace algunos años. Como si el tiempo y la vida no transcurriese en su hogar.
Esto lo sé perfectamente, porque he llevado algunos años observándole desde mi ventana. Su casa apenas tenía mobiliario, y en su comedor presidía una enorme fotografía del día de su casamiento como única compañia. Cada noche se solia acostarse dejándose las luces del comedor encendidas. Le costaba un enorme esfuerzo desplazarse hasta su dormitorio. Una vez que consiguía llegar, reposaba unos minutos en el borde de la cama. Despues comenzaba un largo ritual empeñándose en ponerse su pijama. Cuando lo había conseguido, apagaba la luz, dejándose la primera encendida. No es que lo hiciese a propósito, sino, porque el cansancio a esas horas, el ir y venir sus piernas ya no se lo permitian.
Cuando llegaba el día siguiente, era más de lo mismo. Apenas solía pisar la calle, sólo lo hacía cuando tenía asistencia médica o cuando no tenía más remedio que hacer alguna pequeña compra de comida. Eso si antes no había convencido o se hubiese ofrecido algún vecino para que se lo facilitara.
El viejo murió la otra noche repentinamente. Algún vecino debió de comunicar su defunción. Por rumores sé, que hacía solo unos días que había vendido su casa a unos especuladores inmobiliarios a cambio de un dinero por adelantado para poder llegar mejor al final de mes.
Cuando los servicios sociales se llevaron al anciano, dejaron la ventana abierta, donde el sol de la mañana iluminaba la solitaria y gigante fotografía del día de su casamiento. Era lo único en ese momento lo que habitaba en ese hogar.
Días despues, la vivienda se puso en alquiler. Una empresa de limpieza aseó la casa para unos futuros inquilinos. Tiraron algunos objetos del viejo al contenedor de la basura. La enorme fotografía, como no entraba en el contenedor, la dejaron a un lado. Las miradas del matrimonio observaban por última vez a los paseantes de la calle.
La imagen de la fotografía, por unos momentos fue escalofriante. A la espera de la recogida por el camión de los escombros, ahí quedaban por unos instantes todas las ilusiones y esperanzas de un matrimonio. Todo eso se acabó. El testimonio y el recuerdo de una existencia terminó en un rincón para los desechos. Es lo que tiene la vida; que existe un comienzo, un final y también un olvido".
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