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17 ene 2024

La chica de silicona (cuento-narracion)


"Nunca se sabe lo que ocurre entre dos personas, pero todo lo que ocurre, ocurre siempre entre dos personas" (Milena Busquets)
 

   No era físicamente muy agraciado, pues sufría una ligera cojera en su pierna derecha, además hablaba cangosamente y con un defecto en su labio superior desde su nacimiento. Estos tres defectos le causaba en él un sentimiento marginal. A pesar de todo era un personaje algo popular en su localidad, pues a pesar de su cojera, tenía el oficio de cartero. Una profesión que ejercía en su poblacion aproximadamente unos treinta y cinco años. Ciegamente, nada más leer los nombres de las cartas de sus destinatarios, ya sabía en donde habitaba cada uno de ellos. Muy reconocido por su eficacia y su laboriosidad en su lugar, pero un ser solitario sin compañía en su hogar; cosa que él achacaba por sus deficiencias físicas, a la que nunca terminaba de reconciliarse con ello por mucho tiempo que llevara formando parte de su cuerpo. A menudo se sentía como el jorobado de Notredame, un ser deforme que desentonaba en el ambiente social. Posiblemente un complejo que le acompañaba toda su vida y que no lograba superar.

    Esa soledad y ese complejo nunca le hizo posible acercarse a una mujer, pues todas sus relaciones eran lo estrictamente dedicado a su labor profesional. 

   Pero llegó un día que entre medio de esas cartas que repartía había una publicidad de un sexhop. La observó y su curiosidad le hizo guardarsela en el bolsillo de su chaqueta. En su hogar y cuando se acordó, volvió a examinar esos anuncios sexys donde daban la oportunidad de adquirir objetos eróticos. En ella, en un pequeño apartado, figuraba la facilidad de adquirir una muñeca de silicona exclusivamente elaborada a gusto del consumidor si continuaba en las páginas siguientes de la web indicada. 

   Así lo hizo posteriormente. Se introdujo en la pagina y estudió las posibilidades y combinaciones de esas muñecas. Sólo debía indicar sus preferencias y adelantar su pago en una cuenta. 

   Le fue muy difícil decidirse por una modelo. Todas esas chicas parecían perfectas. Las había de diferentes características  y tamaños: rubias, pelirrojas, morenas; con pechos exuberantes y moderados, con labios perfectos y con ojos de variedad de colores, etc... Cada página que miraba, le hacía más difícil su elección. Pero entonces recordó ser un fan desde su juventud, de las películas en blanco y negro de Tarzán y de su compañera llamada Jane. 

   Ese recuerdo le hizo determinar por el modelo de su futura chica de silicona. Detalló en el cuestionario con la mayor exactitud, todo lo relacionado a ese personaje inolvidable y femenino que tanta atracción le causaba siempre.

    Finalmente se decidió y pulsó las teclas correspondientes, seleccionando su pedido que poco después, fue contestado con una recomendación de paciencia por una espera de unos veinticinco días para recibir su petición.

    Ese periodo de espera se le hizo muy largo, hasta que por fin recibió el paquete donde encontraría a su Jane, porque así se dijo que la llamaría.

   Cuando terminó su desembalaje, allí estaba Jane igual que las peliculas, solamente la diferencia podría encontrarse en el contraste de piel de silicona y en la estática de sus movimientos. Pero para él, era más que suficiente, todo lo demás de su cuerpo correspondía exactamente a su actriz. La mirada y el color de los ojos, el del su cabello, el tamaño, etc...  

   La primera reacción fue darle un  fuerte abrazo que la muñeca recibió sin rechistar. La sentó en una silla enfrente suyo y así permaneció pasmado contemplándola toda una tarde en silencio. Poco a poco le empezó a hablar con diálogos cortos. Y en la hora de la cena la incorporó en una silla junto a la mesa de su comedor.

   Al anochecer la tumbó junto a su lado en la única cama que tenía en su casa. La estuvo observando otro largo rato en silencio respetando su cuerpo perfecto de silicona hasta que el sueño le alcanzó.

   Cuando a la mañana siguiente sonó el despertador, le dió un beso de buenos días. Poco después volvió a comenzar otra jornada de trabajo.

 Cuando regresó a casa, Jane le esperaba en silencio con su media sonrisa prefabricada. 

   Poco a poco ambos, por así  decirlo, fueron tomándose confianza. Con el tiempo él le cuidaba sus cabellos, la duchaba y la vestía con modelos de ropa que compraba en internet. Todos esos caprichos eran hecho con amor y con su debido cuidado y siempre  acompañadas con palabras cariñosas. Sobretodo la mantenía con mucho respeto. Quizás no exista en la historia el hecho de que una muñeca sea más bien tratada que una mujer. Pero este suceso era un hecho íntimo y aislado que nunca se dió a conocer públicamente.

   El cartero nunca en su vida había tenido tanta felicidad. Jane siempre permanecía atentamente escuchando todos los diálogos y anécdotas que este le contaba. Realmente parecían una pareja muy compenetrada. Tanto él como ella y con sus sonrisas mostraban satisfacción y orgullosos al fin, de haberse encontrado el uno para el otro.

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