"Nada en esta vida debe asustarnos, sólo debe ser comprendido. Es tiempo de entender más, para que temamos menos" (Marie Curie)
"No hay prisa. No hay necesidad de brillar. No es necesario ser alguien...salvo uno mismo"(Virginia Wolf)
"El Zen no es budismo ni Taoísmo, y no obstante, es ambos. Es un fenómeno transcendental, existencial y no teórico, que no dice nada nuevo acerca de la verdad, pero que ofrece la posibilidad de experimentar de otra forma la realidad tal como es. Te despierta y te da consciencia. Pero tampoco es una doctrina, ni una escritura. No tiene ídolos ni ideales.
Es una práctica que gracias a ella, se aproximó Oriente y Occidente, porque la humanidad siempre ha necesitado una espiritualidad, y entre ellas, se encuentra el Zen. Occidente es muy terrenal y materialista, y Oriente es sobrenatural. El Zen no está interesado ni el el pasado ni en el futuro, pero a la vez, cuenta con un gran pasado y tiene gran futuro. Más bien su interés está en el presente. Pasado y futuro están unidos por el puente del presente. El presente no forma parte del tiempo. Pero el pasado tiene una duración y también el futuro. El presente es inconmensurable, casi no es. No es tiempo, para nada: es la infiltración de la eternidad en el tiempo. El Zen vive en el presente, y su enseñanza trata de vivir en el momento, de como salir del pasado, y de como NO implicarse en el futuro, porque lo primero ya no es, y lo otro no ha llegado a ser. Es la inmediatez, y a la vez es un puente que lo une todo: cuerpo y alma, lo mundano y lo sagrado, el antes y el después, etc... Además, existe una -impermanencia-, que significa que todo está cambiando continuamente. Si observamos durante unos instantes seguidos, comprobamos que la naturaleza de las cosas no son iguales. Nunca hay un yo inmutable.
El Zen es una religión sin teosofía, un fenómeno único, porque todas las demás religiones existe el concepto de Dios, y cuentan con esa teología. Sin embargo, para el Zen, el individuo es el objetivo, el fin en sí mismo. Dios no está por encima de la humanidad, sino que Dios es algo oculto en la misma humanidad. El ser humano lleva consigo a Dios como potencial. En el Zen no consiste el concepto de Dios. Si se prefiere, se puede decir que ni siquiera es una religión, puesto que está carente de ese concepto. Para el Zen, no hay el -allí-, sino que todo está -aquí-. No hay otro espacio y otro tiempo, porque el momento lo es todo, donde convergen toda la existencia. La vida se mueve en armonía absoluta. No hay un controlador alguno. No hay nadie fuera de ella que le dé órdenes, porque cuando hay una autoridad externa se crea una esclavitud, y se pierde la dignidad. Si estás dominado por alguien no puedes sentirte responsable. La autoridad, entre otras cosas, provoca la: resistencia, la reacción, la rebelión.
Cuando no hay Dios, te ves remitido a ti mismo, y entonces creces, y eres el dueño de tu persona.
Para el Zen, la oración no tiene sentido, pero si la tiene - la meditación- porque se necesita sosegarse y silenciarse, y se necesita ir al centro de nuestro interior. Ese lugar es el centro de nuestra existencia. Eso es el Dios en el Zen.
El ser humano se encuentra muchas veces colapsado por múltiples preocupaciones mentales a lo largo de su vida, y está comprobado que sus profundos sufrimientos no lo resuelven la ciencia como la física o la química. El espíritu para los científicos es simple información, pero el espíritu es la fuente original de la vida, y de nuestra energía. El individuo debe armonizarse con la -energía cósmica- y seguirla. Es muy importante las relaciones existentes entre la fuerza, la energía y la actividad de nuestra vida. Todo esto para la ciencia tiene una simple explicación, pero está actividad son bases innatas de la vida. En la actualidad, nuestra vida moderna resta importancia a las fuerzas innatas del ser humano, porque se ha instalado en él, una vida cómoda, artificial, que además contiene un entorno ruidoso, con alimentos sucedáneos y químicos. Muchos de los artificios actuales, ponen trabas a la verdadera evolución de la persona. Es muy importante el esfuerzo personal, que sea consciente y se esfuerze en el espíritu, porque sin está evolución, el individuo se detiene. Lo material ha de ser como una herramienta para ser usada no en beneficio propio, sino para lograr y convertir así una realidad adecuada al bien común.
Es necesario que en el futuro sea el ideal, el que regule la convivencia de las personas. Abandonar el egoísmo propio es lo decisivo para el progreso y para la evolución de la humanidad. Lo material es limitado, el espíritu no puede desaparecer, el movimiento de nuestro espíritu es lo que motiva nuestras acciones de la vida. Es la creación y la formación de si mismo.
Según Alan Watts, no es posible definir exactamente el camino de la liberación, y hay que sugerirlo diciendo -lo que no es-, más o menos como ese escultor que revela una figura quitando partes de la piedra. Es un camino para buscar la -liberación-. Nuestra ignorancia europea difiere del pensamiento chino, como difieren entre sí, otras filosofías conocidas. El Taoísmo y el Zen puede resultar algo enigmático para la mentalidad occidental, porque además poseemos una educación convencional; lo que significa que no comprendemos lo que no podemos representar o lo que no podemos comunicar. Sabemos lo que significa los actos, los objetos, los sucesos, las identidades diferentes porque tiene un nombre.
Una de las cosas importantes en el Zen es -la respiración- porque es el soporte de la concentración. Solemos relacionar esta práctica con un personaje sentado como Buda con la postura recta, inmóvil, con la nuca estirada. Está posición permite mantener quieto el cuerpo pero la mente la mantiene despierta. Además es la postura más habitual para liberar de este modo, la masa abdominal que permite una mejor respiración. La respiración es la base de su práctica, y además el fluido respiratorio constituye un principal núcleo de importantes terapias saludables, porque las células de nuestro cuerpo también respiran. La respiración constituye una función vital que puede ser controlado conscientemente de acuerdo con su ritmo y con la amplitud que se le desea imponer. -porque se puede controlar nuestro espíritu con nuestra respiración, y eso es muy facil-.
Lo importante es sencillo, y hemos de asegurarnos que nuestra vía está conectada con nuestro corazón. El mercado espiritual está lleno de muchas visiones y señuelos que prometen que el fin último ha de ser la liberación. Las grandes tradiciones espirituales están llenos de historias de iluminación, gozo, conocimiento, éxtasis, etc ... Pero esa indagación espiritual no es un proceso de desear y conseguir alguna condición extraordinaria o poderes especiales. En realidad, dicha exploración también puede alejarnos de nosotros mismos. Hay que andarse con cuidado, porque podemos encontrarnos con fracasos de esta moderna sociedad, con su ambición, materialismo y aislamiento individual. Hay que tener en cuenta que tiene que existir - una vacuidad-, una condición en que la presión interna se halla totalmente disuelta. Hay que vaciar e ignorar lo mezquino. Desprenderse de deseos y de conceptos innecesarios. Cuando aparezca un mal pensamiento, simplemente hay que reconocerlo pero luego hay que olvidarlo no dándole continuidad.
Precisamente, en esa búsqueda hemos de permanecer más cerca de lo cotidiano, concentrarnos en lo que tenemos delante, para asegurarnos de que nuestra vía está conectada con nuestro más profundo amor. Si en esa senda no se tiene corazón, todo nos será en bano.
Todos tenemos en nuestro interior una guerra, y luchamos contra las cosas tal como son. Para seguir un camino con buen corazón, hemos de comprender completamente el proceso de esa guerra, dentro y fuera de nosotros, su principio y final. Las raíces de la guerra está en la ignorancia. Sin comprensión, nos pueden asustar los fugaces cambios, las pérdidas inevitables, los fracasos, la inseguridad, la enfermedad, etc... Esa incomprensión nos lleva a pelear con la vida, huyendo del dolor y aferrándonos a la seguridad y al placer, que la naturaleza no puede satisfacer realmente. Nuestra lucha con la vida se expresa continuamente con cada experiencia. -Los seres humanos estamos constantemente en combate, en guerra, con el fin de huir del hecho de ser tan limitados, limitados por tantas circunstancias que no podemos controlar. Pero en lugar de escapar, seguimos creando sufrimiento, emprendiendo guerras con el bien, con el mal, con lo que es demasiado pequeño, con lo que es demasiado grande, con lo que es demasiado corto, con lo que es demasiado largo, con lo que es correcto o incorrecto, valientemente batallando sin tregua- (Jack Kornfield).
Cuando salimos de esa batalla, vemos con frescura, que cada uno de nosotros crea el conflicto. Comprobamos nuestros gustos y adversiones, la lucha para resistirnos a todo aquello que nos asusta. Vemos nuestros propios prejuicios, ambición y territorialidad. Vemos los sentimientos penetrantes de falta de plenitud y miedo. Comprobamos hasta qué punto las luchas con la vida han cegado nuestro corazón.
Nadie como uno mismo puede definir como debe ser dicho camino. Para apreciar la belleza de las cosas, hemos de prestar atención total a la vida. Y una práctica espiritual nos proporciona una consciencia. Con grandeza de corazón, podemos mantener una presencia en medio de los sufrimientos de la vida, en medio de esta transitoriedad. Podemos abrirnos al mundo con sus gozos y penas. Una sabia comprensión comprueba que el sufrimiento es inevitable, que todo lo que nace, muere. Acepta la vida como un todo. Existe la luz y la sombra. Esa comprensión nos alcanza a una sensación de paz.
Es algo indeterminado definir el Zen, es como definir por ejemplo, la alegría. Son aquellas sensaciones que simplemente se tienen, que se sienten y se aprecian, donde se valora el momento y la existencia. Una experiencia personal.
Quizás el lector de estas líneas comprenda la introducción y la intención de este argumento, pues si se reflexiona; todos en algún momento de nuestra vida, hemos experimentado conscientemente o no, esa sensación misma que forma parte del Zen".
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Pensamiento de Pascal |
Bibliografía:
*Lao Tse, -El Tao Te King
*Jack Kornfield, - Camino con Corazón.
*Alan Watts,- El Camino del Zen.
*Taisen Deshimaru & Paul Chauchard,- Zen y Cerebro.
*Osho,- El Sendero del Zen.
*Taisen Deshimaru,- El Tesoro del Zen.
*Katsuki Sekida,- El Zazen.
*Thich Nhat Hanh,- Sintiendo la paz. Aplacar el miedo. El corazón del Cosmos.
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