Archivo del blog

20 may 2022

Olof Palme - discurso sobre la paz mundial.

 "La política, compañeros, es querer algo. Querer el cambio, porque el cambio nos ofrece promesas de mejoras, da sustento a la fantasía y a la energía, estimula sueños y visiones de futuro"(fragmento discurso de Olof Palme) 

Olof Palme
*"...Los ricos países industriales responden de una parte abrumadora de los gastos militares del mundo. Cuatro países - Estados Unidos, Unión Soviética, Francia y Gran Bretaña - responden solos del 70 por ciento de los gastos totales. Pero la carrera armamentista se va extendiendo por nuevos países y regiones. Los países subdesarrollados dedican, a todas sus luces, una parte creciente de sus recursos económicos a su armamento. Durante 1972 y 1973 compraron armas por valor de unos 2.000 millones de dólares. Y este año hemos leído noticias de un incremento de contratos con el Tercer Mundo en el campo del comercio de armas internacional. Se va autorizando la exportación de armas cada vez más modernas. Se cambian armas por petróleo.

   El Oriente Medio se ha convertido en una de las regiones más militarizadas del mundo. Desde el período comprendido entre la Guerra de los Seis Días, en 1967, y la guerra de octubre, en 1973,  Israel y Egipto han duplicado largamente el nivel de sus gastos militares. En la guerra de octubre participaron más de 4.000 tanques y 2.000 aviones. Con ayuda de armas extraordinariamente avanzadas que las superpotencias pusieron a disposición de los beligerantes, quedaron destruidos aproximadamente avanzadas  que las dos superpotencias pusieron a disposición la tercera parte de los aviones y la mitad de los tanques que participaron en los combates, amén de las amplias pérdidas de vidas humanas. Parece que una parte muy considerable de pérdidas materiales han sido ya reemplazadas por la Unión Soviética y los EE.UU. A esto hay que añadir las amplias inversiones militares que realizan los países situados en torno al Golfo Pérsico, cuya importancia estratégica ha crecido dramáticamente a consecuencia de la crisis del petróleo.

   ... La carrera armamentista implica, evidentemente, un tremendo despilfarro de los recursos del mundo. Imaginémonos que estos recursos fuesen empleados, en cambio, para el desarrollo de los países pobres, para combatir el sufrimiento y la miseria. Los gastos militares de los países que conceden ayuda a los países subdesarrollados representan una cantidad casi treinta veces mayor de la que dan como ayuda. Imaginémonos que toda la ciencia, toda la inteligencia que se utiliza en la actualidad para perfeccionar más y más las horribles armas de destrucción se lanzase, en cambio, a la lucha contra el subdesarrollo, contra el hambre y las enfermedades, o simplemente para asegurar la paz por medio de acciones prácticas o constructivas.

   Permitidme llamar vuestra atención sobre otro aspecto de la cuestión profundamente aterrador.

   Los inmensos arsenales de armas constituyen una amenaza mortífera. Crean y mantienen una situación explosiva.

   El elemento básico de los esfuerzos en pro del desarme es frenar la carrera armamentista en el campo de las armas nucleares. Durante los dos últimos meses, nada menos que seis países han hecho estallar ingenios nucleares. Esto significa que un número de países mayor que nunca han realizado en tan breve periodo de tiempo explosiones nucleares. Suecia protesta enérgicamente contra la escalada de una situación que ya en sí es muy peligrosa. Se dificultan los trabajos para hacer extensivo a todos los países el tratado de No- Proliferación de armas nucleares.

   También esas pruebas arrojan su sombra sobre nuestros esfuerzos para contribuir a una prohibición total de pruebas nucleares.

   Las potencias nucleares actuales tienen una buena parte de la responsabilidad de esta infortunada evolución por no haber contribuido con mayor eficacia al logro del desarme nuclear.

   Porque ¿que hacen las superpotencias?

   Durante el período de 1963 a 1974 los EE.UU. han incrementado el número de cohetes intercontinentales, con bases terrestres, de 424 a 1.054 y los cohetes nucleares, portados por submarinos, de 224 a 656. Las cifras correspondientes de la Unión Soviética son de 100 a 1.576 y de 100 a 636. Sólo en 1972, año en que se firmó el tratado de SALT, aumentó en EE.UU. el número de cabezas atómicas estratégicas de 5.890 a 7.040 y en la Unión Soviética de 2.170 a 2.260. En el período que va desde la firma del Tratado de prohibición parcial de pruebas nucleares, es decir, 1.962, hasta 1.974, los EE.UU. han realizado 260 pruebas nucleares subterráneas y la Unión Soviética 136.

   Hace ya algunos años, George Wald, Premio Nobel, cálculo que la fuerza explosiva de que disponen las superpotencias para la destrucción es tan grande que a cada ser humano - hombres, mujeres y niños- le corresponderían unas quince toneladas de nitroglicerina. Probablemente esta cifra es hoy más alta. Basta y sobra para destruir completamente la civilización humana.

   Las superpotencias disponen, pues, de una capacidad destructiva programada de sus adversarios. Los cohetes intercontinentales están preparados en sus rampas y en los submarinos, listos para ser disparados contra objetivos ya señalados. Se han desarrollado sistemas de defensa ABM para derribar los cohetes más ofensivos, consistentes en un enjambre de cabezas nucleares en cada cohete, lo que multiplica el número de blancos posibles. Y se habla de armas nuevas, todavía más destructivas, y de estrategias más elaboradas .

   Pero ninguna de las superpotencias tiene la posibilidad de aniquilar a su adversario en un primer ataque sorpresivo. Ambos tienen que calcular con que el adversario tendrá tiempo de devolver el golpe con fuerza terrible. Con la macabra precisión que se suele utilizar en estos contextos, se ha calculado los efectos de este primer contraataque en una destrucción de una cuarta parte de la población del adversario y de la mitad de la producción industrial.

   A esta situación se le ha dado el nombre de <destrucción mutua garantizada>, expresión inglesa que se utiliza empleando las siglas en ingles MAD. Esto, a su vez, constituye la base de lo que se llama equilibrio del terror. Lo cual, a su vez, constituye el punto de partida de la distensión en el campo de la política de la seguridad nacional. Citando a Oppenheimer podemos decir: <Las superpotencias son como dos escorpiones encerrados en una botella. Pueden destruirse uno a otro, pero únicamente al precio de su propia vida>. El caso es que la situación presente tiene que constituir una constante pesadilla para las superpotencias. A la mayor parte de la gente estos informes sobre los medios de destrucción actuales les suenan como fantasías horripilantes que difícilmente pueden situar en el mundo real. Para los líderes de las superpotencias son hechos reales, concretos, con los que tienen que enfrentarse diariamente. Invierten inmensos recursos en una carrera armamentista con la finalidad de conseguir seguridad. Pero cuanto más fuertes se van haciendo, mayor es su inseguridad y su incertidumbre. Viven siempre temerosos de lo que el adversario obtenga una superioridad ocasional, que logré descubrir una innovación técnica que de un golpe cambie por completo la situación. Avanzan obligándose a un tremendo esfuerzo de desarrollo técnico que lleva consigo una insensata carga económica. Constantemente se ven ante el peligro de que un error, una apreciación equivocada, un accidente, pueda arrastrarlos a la destrucción mutua garantizada>.

   Las nuevas relaciones que han ido surgiendo, durante los últimos años, entre las superpotencias se basan en el mutuo reconocimiento de que hay que evitar a cualquier precio la guerra nuclear entre ellas. Esto es, de todas maneras, un triunfo de la sensatez, si uno se atreviese a pronunciar la palabra sensatez en este contexto. Una innumerable variedad de doctrinas estratégicas han ido surgiendo para definir la potencia, la precisión en el disparo y la invulnerabilidad que deben tener las armas nucleares para mantener la balanza del terror y para que ninguna de las dos superpotencias se sienta tentada, o atemorizada, a realizar el primer ataque. Se ha convertido en una especie de juego, con teorías más o menos especulativas que, como ya hemos visto, todas sirven para justificar los sucesivos aumentos de los mortíferos arsenales de que disponen ambos mandos.

   ...Sin embargo se ha llegado al acuerdo de que el nivel de armamentos existente en la actualidad debe ser considerado como una situación de paridad o equilibrio. Y desde luego lo que no debemos hacer en minimizar los resultados obtenidos hasta la fecha con los diversos tratados de prohibición de pruebas nucleares y otros tratados de no- proliferación de armas nucleares, en sus diferentes fechas, etc... No se ha logrado el desarme, pero se han establecido ciertos límites a la continuación de la carrera armamentista en ciertos campos. Y las negociaciones continúan en diversos sectores. No hay ningún motivo para poner en duda la voluntad de las superpotencias de llegar a acuerdos que impidan la guerra nuclear entre ellas.

   Pero la amenaza mortal persiste. No son, sin embargo, únicamente las contradicciones entre las dos superpotencias - ya sean económicas, estratégicas o ideológicas- las que constituyen una amenaza para la paz. El mundo está, en numerosos lugares, en ebullición. Vemos la lucha contra el colonialismo, contra la opresión y las dictaduras, los esfuerzos de los pueblos por conseguir la liberación del yugo extranjero y de los tiranos locales. Vemos también las profundas contradicciones entre países de una misma región. Vemos la pobreza y el sufrimiento y el creciente abismo que separa a las diversas partes del mundo, desigualdad que, a largo plazo, constituye la principal amenaza contra la paz. De una manera u otra las superpotencias siempre se ven afectados por cualquiera de las crisis que puedan estallar en los diversos rincones del mundo. La comprensión de los peligros que esto implica tiene que ser también una especie de pesadilla para las superpotencias.

   El contenido político de la distensión es que tanto en Washington como en Moscú parecen estar de acuerdo en reconocer y respetar, en líneas generales, los intereses del adversario y también en seguir minuciosamente todas las crisis que estallen en el mundo y puedan desembocar en una guerra nuclear. Es esto lo que hay que evitar a cualquier precio. No quieren que estas crisis se les - escapen de su control-. La sola utilización de estas expresiones implica unas pretensiones que afectan, en alto grado, a otras naciones y, en particular, los intereses de las pequeñas naciones. Simplificando un poco podemos decir que las superpotencias sostienen el siguiente razonamiento: Con el fin de impedir una guerra nuclear, catástrofica para toda Humanidad, las superpotencias tienen el derecho, prácticamente la obligación, de intervenir cuando un conflicto local amenace convertirse en una conflagración mundial.... Parecen considerar, de una manera un tanto paradójica, que sus arsenales atómicos nucleares les conceden el derecho a intervenir en interés de la paz mundial. Este razonamiento implica ciertas complicaciones y peligros para las naciones pequeñas...

   Cuando uno está oyendo hablar constantemente de guerras y opresión y atrocidades en el mundo de hoy, uno puede verse tentado a sentir que el compromiso no sirve de gran cosa. Eso es un error. Es evidente que una nación pequeña como Suecia tiene unas limitadas posibilidades de influir en la evolución del mundo. Pero nosotros tenemos la obligación de intervenir, en la medida de nuestra capacidad, en la formación de la opinión pública internacional. Si volvemos nuestra mirada hacia el pasado y contemplamos el compromiso de nuestros movimientos populares con los pueblos de Vietnam, de Chile, de Grecia y Portugal, de las naciones africanas, podemos comprobar el profundo sentido que tienen para nosotros, sobre todo porque defendían una causa justa. Y podemos afirmar sin caer en exageraciones, que ha tenido una gran importancia práctica..."

-La paz mundial, las superpotencias y la soberanía nacional.  (Fragmento del discurso pronunciado por el Primer Ministro sueco, Olof Palme, el 4 de agosto de 1974, durante el Congreso de la Asociación de Socialdemócratas Cristianos, celebrado en Piteå).


Sven Olof Joachim Palme, nació en una localidad de Estocolmo en 1927 y asesinado por arma de fuego en febrero de 1986. Fue un político sueco que ejerció como Primer Ministro de Suecia durante diez años en dos etapas: desde 1969 hasta 1976 y de 1982 hasta su muerte. Líder del partido Socialdemócrata -SAP- desde 1969 hasta 1986, y vicepresidente de la Internacional Socialista. Su muerte sigue siendo un misterio sin resolver.

"El gran misterio de Suecia es la muerte de Olof Palme y ese sigue sin resolverse" (David Lagercrantz, escritor sueco de novelas policíacas).

     *****