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24 may 2022

El ojo que nos vigila.

 "La ausencia de evidencia no es evidencia de ausencia"(Carl Salgan)

"Si no cambiamos el sistema que no nos gusta, ese sistema terminará cambiándonos"

Dibujo de Miguel Brieva




*Se denomina espionaje a la práctica y al conjunto de técnicas asociadas a la obtención encubierta de datos, de información confidencial o de cualquier género de secretos, donde las técnicas comunes han sido la infiltración y la penetración en ambas, haciendo posible el soborno y el chantaje. (Concepto extraído de Wikipedia)

   El espionaje es tan antiguo como la misma historia. Cada país tiene su servicio de inteligencia, donde sus actividades son más reconocidas que otras, y de lo que es mejor ahora no detallar en sus nombres. 

   Actualmente la tecnología ha facilitado nuevos medios que facilitan ese control: espionaje y vigilancia. Mencionaremos esas cámara de vigilancia y de seguridad que están instaladas en la mayoría de comercios y bancos en forma de -ojos de buey-. Con el motivo de - la seguridad y del terrorismo-, también han sido instaladas en las calles, donde el transeúnte ciudadano se ha acostumbrado a verlas sin remedio en ser controlado. Esta vigilancia no deja de ser una inspección y una verificación, que en cierto modo, no deja de ser espionaje. Por lo tanto, la intimidad y la privacidad, está descartada. Lo privado va adquiriendo un espacio público. En algunos países como en China, la tecnología de la vigilancia está tan avanzada, que pueden leer la faz de sus ciudadanos cuando caminan por sus calles.

   El control ya parece absoluto. En las redes sociales, como ya sabemos, los algoritmos saben perfectamente todas nuestras preferencias: con quién estamos en nuestra intimidad, nuestros contactos y nuestra ubicación entre otras cosas. Con todo ello le estamos facilitando unas estadísticas, un negocio y un registro con -metadatos-, gracias a toda la información que  generamos. Lo que demuestra que gracias a la tecnología el arte del espionaje ha llegado a ser un ejercicio de uso común que se ha instalado sin permiso en nuestras vidas de forma generalizada donde ya nadie parece estar a salvo de esa vigilancia.

   Los ordenadores particulares de nuestro hogar no se diferencian mucho de las anteriores menciones, incluso estos mismos pueden correr más riesgo de ser invadido por diferentes virus, e incluso ser hackeados. Las empresas dedicadas al servicio de protección anti-virus, no deja de ser otro servicio paralelo al espionaje.

   Los ordenadores de trabajo, a parte de adquirir estos riesgos, también las funciones y su uso es a la vez, controlada por una matriz de la empresa, porque puede averiguar las páginas consultadas y el horario de trabajo efectivo. Una práctica que ha ido en aumento con el teletrabajo.

   También el espionaje forma una especie de espectáculo y de entretenimiento en nuestra vida. Basta con recordar aquellos artistas que son perseguidos y acosados por los llamados paparazzi, esos periodistas que buscan el sensacionalismo y capturan las intimidades de los famosos para ser publicados en las revistas y programas del corazón. Las actividades de estos periodistas, pueden llegar a la estupidez y al asombro, porque el seguimiento al famoso es de un fuerte acoso. Se comentó una vez, que espiaban a la cantante Madonna día y noche; y cuando está salió a tirar sus escombros caseros al contenedor, faltó tiempo para tomar su bolsa de basura para averiguar sus hábitos de consumo. Este tipo de espionaje es evidentemente una forma menor de todo lo que comprende este arte.

   Existe auténticos bet sellers, películas y series de tv que sus protagonistas son famosos espías. Algunas novelas están inspiradas en sucesos reales, y existen documentales que puede sorprendernos por los métodos y las estrategias utilizadas, siendo la realidad superior a la ficción. Quizás nunca sepamos los tramas ocultos y los misterios por descubrir que se han llegado a realizar a lo largo de la historia a través de esas denominadas - compañías o centros de inteligencia-, entre ellos y por mencionar uno destacable, se encuentra todavía el intrigante asesinato en 1963 del que fue presidente de los Estados Unidos J. F. Kennedy y posteriormente también el asesinato en 1968 de su hermano Robert abogado y fiscal del estado.

  En sus diferentes y aparentes formas: el industrial, el comercial, el informático, el político y el bélico, por medios como las escuchas telefónicas, grabaciones y filmaciones ocultas, y otras formas inverosímiles etc..., el espionaje no ha cesado de ampliarse y no deja de formar parte en las acciones del individuo, está incorporado en la sociedad y cuenta con el reconocimiento de la política. De existir existe, pero parecen o disimulan desconocer hasta ciertos ámbitos, la increíble magnitud que ha alcanzado, pues como se ha explicado, gracias a los aparatos tecnológicos que tenemos familiarizados, les facilitamos nuestra privacidad y los quehaceres de nuestra vida. Esto está bien recordarlo, porque ha llegado un momento que su escándalo a superado a lo ya conocido por otras acciones de diferentes agencias famosas de espionaje. Se fue alimentando una bestia que ahora se alimenta de los mismos que lo consideraron porque dicen que forma parte del sistema y de la seguridad del Estado, y sólo hasta este momento han puesto el grito al cielo, pues un programa informático denominado - Pegasus- de fabricación israelí, ha logrado vender a ciertos gobiernos a cambio de sumas millonarias, la introducción en los teléfonos un discreto sistema de espionaje que paso a paso, ha ido introduciéndose en los teléfonos móviles de personajes destacables y de la política, que una vez descubierto, ha logrado que los gobiernos y su política interna se tambaleen, porque además, ha sacado a la luz, algunos asuntos sucios de sus gobernantes. No parece que sea el único sistema en activo, y esto es una forma de cuestionar los pasos de las democracias ya que están siendo también manipuladas con el riesgo de convertirse en democracias menores. 

   El ciberespionaje cuenta con un satélite espacial, que posteriormente con sus cámaras de vigilancia, con sus  drones, los guardias de seguridad y otros cuerpos policiales, terminan convirtiendo al ciudadano en un posible sospechoso, lo que atenta contra la - libertad de albedrío y de expresión- del individuo. Porque hay que mencionar que, con la escusas del terrorismo y la seguridad del Estado, etc.. esos medios de vigilancia se vuelven contra el mismo ciudadano. Quizás se reduzca la delincuencia y algunos de sus delitos, pero no terminará con todos ellos, porque precisamente el lado malvado les interesa que exista para justificar sus medios del meganegocio de la vigilancia. Porque lógicamente, si soltamos a más lobos, se invertirán más dinero en controlar a las ovejas.

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