"Los que poseen el oro dictan las reglas" (mandamiento de Wall Street)
"El mundo de hoy está siempre a la vista, y lo está para ser visto" (Sheena Patel)
Es muy frecuente que en la actualidad estemos muy acostumbrados a la palabra -algoritmo- y lo que ello significa: el control informativo de algo que se busca o se menciona mucho, y que el sistema operativo detecta.
Una de las funciones del algoritmo es la de detectar las preferencias y necesidades del usuario. Sabemos perfectamente que si buscamos en nuestro ordenador o móvil por ejemplo, un cierto tipo de zapatos o de unos vehiculos, la respuesta es rápida con un centenar de propuestas a elegir. Es un detector de preferencias que detectan nuestras aficiones, debilidades, preferencias, etc... El algoritmo se encarga de formar una estadística de millones de consultas, y con ello, alcanza un conocimiento global de usos y costumbres.
Cómo toda herramienta, es buena si se hace el uso es correcto. Ahora, la estadística basado en datos reales hechas en consultas, en usos y testimonios reales, ha sido absorbido por este ejercicio cómodo del algoritmo automático. Verdaderamente, las estadísticas suelen exclusivamente usarse para uso comercial y económico. El resto de estadísticas parece un simple estudio.
Las estadísticas suelen predecirnos, aconsejarnos, indicarnos, recomendarnos y alentarnos de un cierto uso, cómo puede ser la de nuestros ahorros. La estadística está en muchas formas de nuestra vida diaria. Si existe una carencia de un producto, suena la alarma. Si existe una demanda, el valor de ello se encarece. Su aplicación mayormente es usada a niveles económicos y suenan muy familiares cómo: la ley de la oferta y la demanda; el P.I.B.; la inflación, y todo aquello que solemos escuchar muy a menudo en los medios de comunicación. Las matemáticas y la alta economía suelen asustarnos un poco porque muchos no estamos muy preparados para tantos entendimientos económicos. También, hay que decir, que es una ciencia muy complicada y requiere una cierta preparación para entender las : acciones, participaciones, inversiones, obligaciones, divisas y el funcionamiento de la bolsa en general, etc... La verdad, es que todo es muy complejo para el ciudadano simple, que precisamente, el mundo financiero saca provecho de esa ignorancia. Mayormente es el ciudadano medio el que hace funcionar la economía de un país y el menos aprovechado de los beneficios. Las finanzas es un mundo embaucador. Utiliza programas, publicidad, imágenes seductoras y consumistas, etc... Nos introducen inseguridad en nuestras vidas para hacernos participes de sus normativas, aconsejándonos entre otras, sus mutuas y seguros, que metamos nuestros ahorros en sus bancos a cambio de prácticamente de nada o de un mínimo y dudoso servicio. Si caminamos por nuestra ciudad, y si observamos bien, la mayoría de los monstruosos edificios que reinan las calles son de grandes lobys. Rascacielos que fueron construidos quizás con otros intereses, han terminado apoderándose de ello poderosos negocios privados así mismo de un país. Las grandes marcas de estas empresas, no es necesario enumerarlas ni mencionarlas. Están desde las gasolineras, en las compañías eléctricas, en las entidades bancarias, en las compañías de seguros, en la sanidad privada, incluso en el deporte, y además, practican la especulacion inmobiliaria y así un largo etc... Estos son los verdaderos dueños de un país. El apetito de los negocios no tiene saturación. Es un gran pozo sin fondo. Así, para todo esto, la estadística es genial y se hace fundamental. Es el catecismo y la regla de la economía. En la actualidad nunca ha estado la estadística tan presente, tan fácil y tan bien elaborada con la facilidad de los algoritmos. Es increíble el todopoderoso control estadístico que existe en el planeta.
Y todo lo comentado con la mejor facilidad posible, no es para estar en contra ni ser un negacionista de este tema, pero si es la intención de mostrar una inquietud por la manera de cómo se utiliza su funcionamiento. Porque normalmente las personas somos utilizados como datos. Para el algoritmo somos información y números. El mundo está bajo control por esos índices y gráficos ascendentes y descendentes y en la que parece sólo importar el beneficio obtenido, porque sin esa recompensa puede padecer que los gráficos económicos son negativos y perjudiciales para su bolsa. Muchos resultados de esos gráficos, mayormente no son muy positivos. La línea que siempre aparece en alza no resulta ser de buenas noticias. En ella siempre la violencia sube, los gastos absurdos aparecen irritando y haciendo sentir culpable al observador del telediario. Los noticiarios diariamente reflejan datos astronómicos de nuestro consumo del aceite, del precio del café, las exportaciones de vinos y licores, el gasto invertido anual para la aportación correspondiente al material bélico. Para el índice de pobreza media siempre terminan diciendo que el rico es más rico y que de sus beneficios sólo paga un 1% al Estado. También el aumento de las enfermedades cardiovasculares el de cáncer y el de la depresión siempre está presente.
La información de estos datos estadísticos es parte de una - información de la era demócrata -, pero esas estadísticas se convierten en espeluznantes, en datos preocupantes, e incluso algunos vergonzosos cuando te informan de los gastos invertidos en vulgaridades y en gastos militares, etc... Todo ello también forma parte para controlar bajo un disimulado terror la sociedad.
Nuestra actitud y consumo de nuestra vida personal estará seguramente recogido como algoritmo en alguna estadística. El uso de nuestra tarjeta de la cuenta bancaria es la primera en conocer nuestra intimidad y los pasos de nuestros movimientos. Saben en que compañía eléctrica estamos apuntados; el lugar habitual de nuestras compras; de nuestras salidas de ocio; de nuestros vicios y lugares de preferencias; y si nuestro hogar está en propiedad o de una hipoteca, y etc...
Estamos tan acostumbrados al sistema, que lo encontramos habitual y cómodo. La libertad que ejercemos ahora, es una libertad bajo control. Una libertad que perdemos al dar a conocer nuestros datos. Hace ya algunos años que la sociedad ha sido introducida en un proceso tecnológico al que resulta ya difícil darle un giro más humanista. Sólo cómo esperanza, creer que la propia tecnología con el transcurso del tiempo nos devuelva la razón y una conciencia más humana.
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