"Cuando uno ya no sabe que hacer con uno mismo, busca detrás de que esconderse" (Jacques Lacan)
"Mitad victimas, mitad complices, como todo el mundo" (J. P. Sartre)
Cuando tuve que hacer el servicio militar obligatorio, me destinaron a un cuartel de una cierta isla que prefiero no mencionar. Y todo ello de lo relatado a continuación, ocurrió en el periodo del año 1979/80.
En ese destacamento estaba increíblemente situado en un terreno grande y hundido a la vez, dentro de la ciudad. Ese cuartel no era el único de la población, más bien la ciudad podría decirse que estaba sitiada por diferentes cuarteles militares.
En ese regimiento los mandos más bien eran personajes militares de desecho; es decir, que eran mandos enviados y castigados por otros de mayor graduación y de cuarteles más destacados, por comportamientos irregulares y malos tratos o por faltas muy graves a la ética del ejercito.
La persona que lea esto, se puede imaginar la opresión, la dureza, el mal ambiente y sus condiciones que se respiraba a diario. Había días verdaderamente tremendos, casi en un régimen carcelario, donde la calor también ponía su parte irrespirable.
A veces, según algunas películas, nos puede dar una imagen de la dureza y las exigencias que sufre un soldado en un cuartel militar con sargentos de hierro. Evidentemente un soldado ha de ser capaz de matar, y todo esto se consigue anulando la dignidad del nuevo integrante; cosa que se logran con malos tratos, vejaciones, castigos y quemando el espíritu humano del soldado con pruebas físicas salvajes y extremas que sólo los más preparados pueden superar. Claramente en caso de conflicto bélico, el soldado, cómo se suele decir, es carne segura de cañón.
Muchas veces, en mis pesadillas nocturnas, me vuelvo a encontrar en ese maldito lugar. Vuelvo a sentir la angustia, la opresión del cuartel, el control de los oficiales y sus normas. Recuerdo muy especialmente el trato y el comportamiento de un cabo primero. Un tipo con cierta libertad de movimientos con el que se debía de tener mucho, pero mucho cuidado. Era bajo de estatura, algo musculoso, destacando su mal carácter. Su tipología siempre recordaba y me sigue recordando, a un enojado soldado vietnamita. Sus galones de cabo 1° se lo tenía muy valorado. Un tipo que al hablar, lo primero era los insultos, y a continuación, sus puñetazos que recibías gratuitamente en cualquier parte del cuerpo.
El cuidado que se debía de tener con este tipejo era obsesivo, muy obsesivo. Circulaban algunos comentarios temibles sobre este soldado reenganchado y cabo primero. En su brazo derecho lucía tatuado en color, una hermosa rosaflor. Ese dibujo tan delicado no pegaba con su duro carácter. Existía la leyenda de que ese tatuaje rosado, significaba el recuerdo de una relación amorosa perdida, en la que ella tenía el nombre de Rosa. Daba que pensar que por ese fracaso, ella era la causante del mal genio de este cabo primero. Ahora, aunque ya no importe, existe la curiosidad si todavía ejercerá en el ejército con otro grado militar. O si quizás terminó como un sargento chusquero.
Todo su mal genio procedía de un fracaso amoroso. Eso decían algunos que lo llegaron a conocer más íntimamente cuando se emborrachaban. Disfrutaba cuando físicamente y psicológicamente maltrataba al personal como si fueran animales de ganado. Sus ojos a momentos, reflejaban el desprecio hacia los jóvenes soldados al ver su debilidad e inocencia humana. Seguramente, en esa fragilidad que veía en sus nuevos soldados, se reconocería en la flaqueza que tuvo cuando fue rechazado por su novia. Pero para olvidar eso, por entonces su misión era la de formar soldados feroces, insensibles, que por su formación y experiencia militar, terminarían odiando la característica del ser humano. Eso se terminó de comprobar cuando se consiguió formar algunos soldados.
Existen personajes que logran satisfacer sus frustraciones creando eso mismo a los demás.
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