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10 jun 2018

Desesperación 4º parte (continuación final)

"Cada vez que te veo
olvido por un momento
que soy feo a mis propios ojos
por no haberte conseguido..."
(Leonard Cohen-La Energía de los Esclavos)
Continuación...
¿Por qué continuaba su mujer visitando aquel piso, ahora aparentemente vacío donde yació un cadáver? ¿Que interés había?. El nuevo acontecimiento le desbordaba. Solamente le surgían nuevas preguntas, y decidió que el tiempo hablará. Su incapacidad por enlazar el suceso le obligaba a llenarse de paciencia y dejó transcurrir sin remedio los días, no quitando importancia a lo sucedido. La relación de pareja era la rutina de siempre. Por parte de ella, lo llevaba en secreto, como si no tuviese nada en especial que contar. Y por la parte de él, solamente se mantenía pacientemente a la espera de algún suceso o comentario, en estado de observación permanentemente, disimulando su vigilancia.
   Un día sonó el teléfono. Sonó tres veces seguidas y se silenció. A continuación volvió a sonar otras tres veces y volvió a silenciarse. Era una llamada un poco sospechosa que ponía sobre aviso. Una llamada al teléfono de casa que no dejaba huella de quien llamaba. Entonces él sospechó que algo nuevo iba a ocurrir. Tenía que estar atento a  posibles acontecimientos. Y efectivamente así sucedió. Su mujer rompía una pequeña rutina que era motivo de sospecha y volvió a seguirla en los momentos que le eran posibles. En uno de esos momentos, vio como su mujer se encontraba en un bar con un hombre alto, calvo y corpulento, que daba mucho respeto solo con mirarle. Tras una conversación, su mujer le entregaba un sobre que el hombre sin mirar el contenido se metió en el bolsillo de su chaqueta. Se supone que debe ser dinero-pensó-. Esto es un tema que parece interminable, y no sé cual será su fin.
   Ahora necesitaba ayuda, ya no sabía si debía continuar siguiendo a su mujer, o tratar de seguir a ese hombre corpulento. Intentar saber algo más de él, por lo menos saber a donde se dirige. Conseguir una pista más para atar el drama que estaba viviendo. Esperó que saliera su mujer, si saliera con suerte primero y expiaría al corpulento. Y eso es lo que hizo. El calvo salió a la calle con paso firme y decidido, caminando entre la multitud y mezclandose entre ella que con dificultad  le costó seguirle. Casi lo pierde varias veces de vista si no llega a ser por la peculiar calva que poseía.Tras cruzar varias manzanas, el hombre entró en un edificio y subió unas escaleras que daban la entrada a un portal donde había un rótulo que decía "Jefatura de Policía". ¿O ese hombre es policía. o entra en ese lugar para delatar algo?- se preguntó-. Esta vez no iba a esperar, enseguida continuó por las mismas escaleras y entró. Disimuladamente buscaba en la sala de espera al individuo calvo, pero este no estaba ahí, estaba hablando con otros alrededor de una mesa. Parece que es un funcionario del estado -se dijo-. El corpulento se sacó la chaqueta mientras hablaba al personal, tocando con una mano el bolsillo donde se había metido el sobre. La colgó y al girar mostró una pistola que llevaba sujeta al cinturón, a la vez que no dejaba de dar órdenes a lo que aparentaba ser su equipo de hombres.
El funcionario no parece ser cualquier cosa- se volvió a decir entre si-, más vale que me largué lo antes posible sin llamar mucho la atención.
   El camino de regreso no iba a ser alentador. Nuevas divagaciones se presentaban en su mente.
Podía tratarse de un inspector encargado en el asunto de Irene -pensó-, y el sobre que le entregó mi mujer podía tratarse de cualquier información menos dinero. Pero en ningún momento le he visto mirar su contenido; más bien da la sensación, que parece que sabe lo que hay en su interior -siguió pensando mientras caminaba-. Tiene pinta de chantaje o de mantener un silencio.
   Ahora sabía algo más, sabía que su mujer no estaba sola en este  turbio asunto. Y era a ella a quien debía vigilar y a la vez cuidar, porque nunca se sabe las sorpresas que puede encontrase uno en el camino. Además la compañía con la que ella contaba, era la misma policía. Y precisamente ese tipo corpulento no tenía cara de ser muy comprensivo.
   A partir de ese momento tomó la decisión de olvidarse del piso, ni siquiera acercarse -quizás lo estén vigilando- pensó-, tendré que dejar que las cosas prosigan por sí solas. No tengo ni manera ni forma de poder continuar con este asunto -volvió a decirse-. Todo parece muy hermético.
   Esta actitud le hacía ser muy conformista. Estaba totalmente desorientado y lo único que le importaba era no estar involucrado en la muerte de esa mujer. Todavía se preguntaba su misterioso despertar en aquella ajena habitación con esa extravagante mujer muerta a su lado. Por suerte para él, ya había pasado algún tiempo de aquel suceso, y tenía mucha suerte de que el tema no había transcendido a causas mayores. Él de momento estaba libre. Pero esto no era para sentirse libre de preocupación, pues aparentemente su mujer sí que parecía estar en problemas, y no sabía como ayudarla.
   Su esposa tenía un espíritu luchador. Es sorprendente- se decía- cómo una mujer puede aguantar tanta actividad e intensidad, pues se pasa el día trabajando, las compras y las preocupaciones de casa.- siguió diciéndose-, añadiendo el caso de la difunta Irene. Son muchas cosas que hay y que tiene que soportar día a día.
   Una noche mientras cenaban en el absoluto silencio, él quiso romperlo. El rostro de su mujer era cara de circunstancia, como si algo grave rondara por su mente; por eso decidió quebrantarlo.
-Sé que te ocurre algo- dijo él.
Ella permaneció como si no hubiera escuchado nada, quitándole importancia a la pregunta y siguió masticando.
-Algo muy grave te sucede y me lo ocultas.
Ella continuaba mordiendo la cena mirando como al vacío.
-Te he visto como entregabas a un enorme polizón un sobre.
-No sé de lo que me estás hablando,-respondió ella-  te debes de confundir con otra mujer a la que se debe de parecer a mí.
-Y sé también que vas a la calle Valparaiso nº 13.
-Sí, -dijo ella fríamente- voy allí porque tengo una amiga.
-Y esa amiga me parece que se llama, o más bien se llamaba Irene.
-¿Se llamaba, dices?, ¿cómo sabes todo eso?
-Quizás me lo tengas que decir tú, yo estoy confuso.
Ella mantuvo un silencio un instante, como si no supiera que decir.
-Pensaba que eramos un matrimonio sin tapujos- dijo él.
-¡Está bien! -dijo ella-. Espero que no me reproches lo que voy a decir, y espero que tengas paciencia y que ello no dificulte o rompa nuestro matrimonio.
-Esa mujer despertó en mí instintos que ignoraba. No sabía que dentro de mí existía una mujer desconocida. Ella me lo sacó a flote. Esa mujer que sí se llamaba Irene, me enamoró.
-Él seguía escuchando atentamente mientras su mujer continuaba el relato.
-Esa mujer me cautivó desde la primera vez que entró en mi despacho. Me encantaba la manera de como hablaba, de su voz, de su caminar, de sus labios, sus piernas. Me hipnotizó desde el inicio. -Tuve suerte por así decirlo, y le gusté. Tuvimos unos encuentros amistosos. Un día me encontré con ella en su casa, en la calle Valparaiso nº 13. Era una mujer encantadora, muy sensual, casi perfecta; pues no le encontré nada desagradable. Poseía el don de la atracción. Y quizás lo que te diga ahora, no te guste.
-Nos enamoremos. Ella era lesbiana y despertó en mí ese sentimiento, esa atracción sexual que no podía evitar y que solo me ocurría con ella.
-Él se llenó el vaso de vino y en dos tragos se lo bebió, seguía escuchando atónito a su mujer, procurando no interrumpir.
-Mantuvimos una relación de más de dos años-continuaba diciendo- varios contactos por semana. Con ella eso era inevitable. Nada más verla aparecía en mi ese instinto. Su casa era el lugar para nuestros encuentros sexuales, y casi exclusivamente para eso. No hubo un día que la visitara que quedara en blanco. Es igual como tuvieras el cuerpo ese día, que terminabas en sus brazos, y en un acto lesbico. No nos dejemos un rincón de nuestro cuerpo por explorar. Nunca nos saciábamos de una a otra, además sabía sacarte de ti una energía extraordinaria. Debo confesarte que esos encuentros han sido muy felices para mí. Solo deseaba que llegara el momento de encontrarme con ella. Cuando llegaba ese momento, me desaparecían todos los males y las preocupaciones. Y creo que a ella también. No me importaba lo que hiciese ella en su vida, solo me importaba ella y nuestros encuentros.
-Él seguía escuchando, y sin darse cuenta se iba bebiendo la botella de vino. Se sacó un cigarro y lo encendió.
-Sólo una vez fue interrumpido nuestros actos. Sí, ¡ahora lo recuerdo!-seguía diciendo ella mientras tomaba una postura como de arrepentimiento- Fue cuando conocí a ese hombre calvo y corpulento que tu dices que es un polizón. ¡Exacto! es un vicioso y corrupto poli, que desgraciadamente es el hermano de Irene. Es un tipo que hace los trabajos sucios que la policía del interior quiere ocultar. Su hermana me habló de él como un tipo al que jamás hay que acercarse. Entonces empecé a sufrir por ella. Estar más de tres días sin hallarme con Irene, era como si existiera un hueco dentro de mí. Hice un viaje que a ti no te comunique a Portugal, y creía que en esos días iba a perder a Irene. Fueron desesperantes. Su hermano es un tipo muy frío, no hay nada que le asuste. Ha pasado por todo, y no se pierde ni un detalle, pues averiguó nuestra relación lesbica. No se metía con nosotras, solamente de cuando en cuando, aparecía pidiendo dinero a su hermana.
-Se encendió otro cigarro escuchando el relato de su esposa. Se iba sintiendo por la circunstancia como un títere, a momentos avergonzado, pues la otra mujer la había despertado unos sentimientos que él como hombre, no supo conseguirlo.
-Quizás lo que te cuente ahora no me lo perdonarás. Aquella noche que salimos del cine y que yo llevaba el volante, me entraron muchas ganas de visitar a Irene. Te dormí en el coche con unas gotas de éter que suelo tener en un camuflado minipulverizador como defensa personal, como si fuera mi perfume. Te subimos a su casa como si fueras un borracho y te tumbemos en su cama. Ella y yo hicimos el amor mientras tu dormías a nuestro lado. Fue una noche muy diferente, donde ella estaba muy excitada y me pedía más. Y en un momento de éxtasis, ella me dijo que le apretara el cuello. Eso es lo que hice, que enajenadas las dos, le apreté demasiado y la ahogue. Fue algo tan sensacional que yo terminé dormida encima de ella tan relajada que no me dí cuenta que la maté.
-Él permanecía callado, cautivado por la aventura. que estaba escuchando.
-Momentos después, cuando desperté, me di cuenta de la doble situación. Tu seguías durmiendo ajeno a lo ocurrido, y ella a tu lado muerta. Esa mañana tenía un reunión bastante importante que no podía faltar. Tenía que acudir al trabajo como fuese. Me vestí, cogí su bolso donde sabía que tenía sus pequeñas cosas personales. Te puse el despertador a tu hora pues ya finalizaría los efectos del éter y sabiendo que saldrías de esta, me fui.
  - Tú me llamastes por la mañana con esa escusa que yo aparenté creer, y yo estaba preocupada porque por la tarde tenía que regresar a casa de Irene que yacía muerta en su cama, y tenía que buscar una solución a lo ocurrido. Busque el teléfono de su hermano para contarle lo sucedido, sin mencionar que habías estado inconscientemente presente.
Tras una pausa en silencio- ella prosiguió-. He tenido que darle una cantidad de dinero a cambio de que hiciera desaparecer sin hacer mucho ruido a su propia hermana.Como ya te he dicho, es un tipo muy vicioso y sin escrúpulos. Sin ninguna clase de sentimientos que solo le importa el dinero. Para él no existe la familia ni la amistad, y su hermana  le significaba como una prostituta imperdonable. No sé, ni le he preguntado lo que ha hecho con el cadáver. Seguramente algo desagradable y prefiero no saberlo. A cambio de su silenciosa desaparición y salir limpia de este asunto, le he tenido que facilitar toda la documentación de su hermana donde se hará cargo de sus posesiones. Él tiene los medios suficientes para hacer creer que una persona ha dejado de existir.
Asombrado por el trágico final del relato, él seguía sin poder decir palabra. No se veía capaz de explicarle la aventura desesperada que le había causado el final de su experiencia".
(Fin)
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