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24 dic 2024

Manual de autosuficiencia ética. Parte XXII

"La vida de cada hombre es un camino hacia sí mismo, el intento de un camino, el esbozo de un sendero" (Herman Hesse)

El valor de la libertad. - Arthur Koestler.


  "Los rumores se extendían a lo largo y ancho del territorio de Campania, cotilleos horribles e inquietantes. Los bandidos estaban un día en un sitio y al siguiente desaparecían, aunque podían reaparecer en cualquier momento y en cualquier lugar. Los viajeros sólo se atrevían a aventurarse por aquellas regiones custodiados por hombres armados, aunque esa precaución no solía servir de mucho. Una dama que viajaba a Salermo y había salido de Capua por la puerta de Albania con cincuenta jinetes númidas y cinco carros de equipajes llegó a Sessola sola, en una carreta tirada por una mula y completamente desnuda.

   También estaba aquel extraño incidente ocurrido en una finca cerca de Acerras, donde los esclavos que trabajaban en el campo eran maltratados y permanecían encadenados en grupos de diez. Sin embargo, cuando los bandidos llegaron a la finca, los esclavos permanecieron en pie, como clavados a la tierra, dispuestos a resistir. Los bandidos estaban a punto de atropellarlos y matarlos a todos, cuando el solemne tracio (Espartaco) se interpuso, les ordenó esperar con voz sonora y pronunció un discurso que sorprendió a todos. 

   -No hay duda de que estimáis mucho vuestras cadenas y la consideráis una gran bendición para vuestros cuerpos. No veo ninguna otra cosa en esta hacienda que os pertenezca y que podáis querer defender con vuestras vidas. ¿O acaso me han mentido y esas gallinas ponen huevos para vuestro desayuno, esas vacas ansían al toro para aumentar vuestros rebaños y esas abejas almacenan su néctar en los paneles para endulzar vuestros pasteles?

   Los esclavos no respondieron a estás palabras y Espartaco ordenó a uno de los bandidos que les quitarán las cadenas. Unos pocos se resistieron, diciendo que no querían deber su libertad a nadie que no fuera amo. Esos hombres fueron asesinados, pero los demás se unieron a los bandidos...

   Se acercaban las lluvias. Había transcurrido medio mes de la derrota del romano Clodio Glaber y casi tres desde la huida de los setenta gladiadores de Capua. Las provisiones empezaron a escasear en el monte Vesubio.Todos los pueblos a su alrededor habían sido devastados y ahora estaban yermo y estéril. Las ciudades habían sido cerradas, sus guarniciones reforzadas y sus murallas reparadas.

   Y sin embargo, las multitudes continuaban subiendo a la montaña, barbudas y harapientas, con marcas a hierro candente en los hombros y los pies cansados. Saqueaban las granjas a su paso y evitaban las ciudades. Traían consigo guadañas, palas, hachas y porras. Era la escoria de una nación gloriosa, los desechos que fertilizaban sus campos. Sus esclavizados cuerpos apestaban y su salud estaba consumida. Propagaban sus enfermedades y malos hábitos por el campamento, traían una dote de hambre y esperanzas inciertas..." (Arthur Koestler - Espartaco- Novela historica)

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"...pero la vida es corta:

Viviendo todo falta.

Muriendo todo sobra" (Lope De Vega)


La descomposición social.- Comité Invisible

   "Sería una perdida de tiempo detallar todo lo que hay de agonizante en las relaciones sociales existentes. Se dice que la familia vuelve, que la pareja vuelve. Pero la familia que vuelve no es la misma que se marchó. Su retorno no es más que una profundización de la separación reinante, que sirve para disimularla, y así se convierte ella misma en disimulo. Cualquiera puede atestiguar la dosis de tristeza que condensan año tras año las fiestas familiares, las sonrisas trabajosas, el bochorno de ver a todo el mundo simular en vano, el sentimiento de que hay un cadáver ahí, sobre la mesa, y de que todo el mundo hace como si no pasara nada. De flirteo en divorcio, de pareja de hecho en recomposición, cada cual experimenta la inanidad del triste núcleo familiar, pero la mayoría parece juzgar que sería aún más triste renunciar a él. La familia ya no es tanto el agobio del control materno o el patriarcado de los tortazos en la jeta como ese abandono infantil a una independencia algodonosa, donde todo es conocido; ese momento de despreocupación frente a un mundo que ya nadie puede negar que se desploma, un mundo en el que <emanciparse> es un eufemismo de <haber encontrado jefe al fin y poder pagarse el alquiler>. Quisiéramos hallar en la familiaridad biológica la excusa para corroer en nosotros toda determinación un poco rompedera, para hacernos renunciar, so pretexto de que nos han visto crecer, tantos hacernos adultos como a la gravedad que hay en la infancia. Hay que preservarse de tal corrosión.

   La pareja es como el último escalón de la gran debacle social. Es el oasis en medio del desierto humano. En ella se busca, bajo los auspicios de lo <intimo>, todo lo que de forma tan evidente ha abandonado las relaciones sociales contemporáneas: el calor, la sencillez, la verdad, una vida sin teatro ni espectador. Pero una vez pasado el aturdimiento amoroso, la <intimidad> deja caer su disfraz: ella misma es una invención social, habla el lenguaje de las revistas femeninas y de la psicología; como el resto, dispone de estrategias hasta la náusea. No hay en ella más verdad que en cualquier otro lugar; también en ella dominan la mentira y las leyes de la estrañeza. Y cuando , por fortuna, se encuentra en ella esa verdad, reclama un modo de compartir que desmiente la forma misma de la pareja. Aquello por lo que los seres se aman es también lo que los hace amables y arruina la utopía del autismo para dos... (La insurrección que viene. Autor: Comité Invisible. Edt. pepitas de calabaza. 155 páginas)

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Cualquier suceso de la historia y fragmento escrito, puede servirnos como un manual que nos muestran que existen otras maneras de pensar y de actuar. Y todo parece que está todo dicho pero se vuelven a explicar de otras maneras. Y es importante encontrar una ética para la subsistencia, cómo lo es la de debatir y de cuestionarnos a nosotros mismos. Y el bien común, si es recíproco, es lo mejor.