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25 sept 2023

Las gemelas (cuento-narración)

 "Las almas se reconocen por sus vibraciones, no por sus apariencias" (Víctor Hugo)

by:surrealistly
  Eran dos hermanas gemelas. Idénticas hasta en los mínimos detalles y gestos de sus cuerpos. Ni siquiera una simple peca las podía diferenciar. Solamente el agraciado instinto de su madre podía saber quién era cualquiera de las dos en todos los momentos y actos. Para el resto de los humanos que llegó a conocerlas, eran como dos sorprendentes clones que la naturaleza había otorgado.

   Como puede suponerse, el mismo pensamiento surgía en dos mentes. Desde la niñez siempre fueron inseparables, como una pareja de pequeños personajes desdoblados o repetidos. Era absolutamente asombroso verlas caminar juntas, porque la mirada de ese momento, parecía que la percepción visual  te estaba haciendo una jugada de la realidad.

   Era inconcebible que todos aquellos que las conocían las vieran por separado. Todo su crecimiento y porvenir se hacían conjuntamente. Es evidente que compartían las mismas preferencias: los mismos tipos de música, literatura, otras artes, y los mismos vestidos, etc... Los gestos y sus miradas eran tan similares que a veces, una u otra se frenaba en los gestos o en las palabras para no expresarlo conjuntamente. Incluso su menstruación coincidían en los mismos días. Y que decir de sus enamoramientos con los chicos; pues las dos se enamoraban del mismo individuo. Pero entre ellas no existía la típica rivalidad ni competencia sino; un entendimiento y comprensión.

   Solamente hubo un par de veces que sus vidas fueron truncadas por una separación. La primera vez, y no se sabe el porqué, fue cuando estudiaban -la selectividad -, donde sus profesores decidieron separarlas en diferentes aulas, donde solamente en sus ratos libres se volvían a encontrar. Para ellas, estar separadas era un auténtico acto de sacrificio. Esas dos almas eran difícilmente inseparables una de la otra, ya que sus vidas parecían amputadas si no estaban juntas.

   Entre ellas, todo lo comentaban, incluso sus intimidades y sus relaciones amistosas, de tal manera, que una sabía lo de la otra cualquier detalle a la perfección. Todo lo compartían de tal forma, que a veces jugaban a intercambiarse en las aulas. De esto, nadie del profesorado y de los alumnos percibían diferencia. Muchas veces, en los exámenes finales, como una tenía más facilidad que la otra en matemáticas; y la otra más sabiduría en historia, se intercambiaban. Lo que suponía que cada una de ellas hacía dos veces el examen de la asignatura.

   El tiempo incluye a veces cosas curiosas, porque llegaron a conocer otros dos chicos extranjeros también gemelos con los que llegaron a formar pareja. En esa relación, tanto en una pareja como en la otra, no dejó de existir el juego del intercambio, donde debe suponerse que ellos debían hacer lo mismo. 

   Esa unión sentimental, no duró mucho tiempo, pues poco después por problemas de salud de los padres de los gemelos, hizo que tuvieran que volver a la tierra que los vio nacer.

   Posteriormente y por segunda vez, el destino quiso separar a las hermanas. Cada una de ellas logró encontrar un diferente tipo de trabajo. Como tenían tanta compenetración en sus pensamientos y obras que cuando se aburrían también se intercambiaban en sus puestos de trabajo sin que nadie otra vez, notará cambio alguno. 

   Así, de esta manera, transcurrían los años, hasta que llegó un día que una de ellas se enamoró de un trabajador, donde llegaron al matrimonio.

   Aún así, las hermanas no superaban esa separación. Juntas eran como un complemento de sus personalidades, se sentían desorientadas o perdidas, como si les faltara algo en sus cuerpos si estaban alejadas una de la otra. Al poco tiempo ambas tomaron la decisión de compartir el marido sin que esté lo notara. Para ellas era una manera de seguir compartiendo sus inseparables forma de vivir. 

   Su vidas transcurrían de esta manera, intercambiando esos  momentos en que no podían estar juntas pero a la vez compartiéndolo sin que los ajenos notarán siquiera una diferencia. No se puede discutir con exactitud si la perfección existe. Pero ellas actuaron perfectamente en el juego de esos intercambios. Y así continuaron en su vejez con sus costumbres, porque para ellas la opción de compartir, era la  mejor forma de vivir.

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