"Todas las cosas son imposibles mientras lo parecen" (Concepción Arenal)
"Conocí a un hombre que viviósobrepasando los 101 años. Había conocido tres guerras: La I Guerra Mundial, la Guerra Civil Española, y la II Guerra Mundial.
Cada mañana salía a tomar el sol en el portal de su casa, y su presencia duraba el tiempo que tardaba en consumirse su cigarro puro, mientras contemplaba impasible, con sus brazos siempre reposados tras su espalda, el ir y el venir de sus atareados vecinos. Sabia conscientemente que no tardaría mucho en abandonar esa nostálgica costumbre. Eso lo sé porque él mismo me lo comentó.
En uno de esos días y hablando de la buena salud que mostraba, me confesó que poseía un extraño e inexplicable fenómeno, donde los médicos que lo estudiaron, no lograron encontrar su explicación; por lo que quedará como un enigma desconocido en la actualidad, y olvidado en un archivo sanitario. El estudio que se le realizó, hace más de cincuenta años, se le diagnosticó una enfermedad única y atípica. Era una enfermedad que no causaba molestia. En esos años, se le declaró un fenómeno corporal con un síntoma que la medicina y la ciencia de entonces, no estaba preparada para encontrar su explicación.
El fenómeno era que la temperatura de su cuerpo se mantenía inalterable, donde no sufría ni frío ni calor. A pesar de su edad, su mente la mantenía muy lúcida, y sólo algunas palabras se le atrancaban al hablar. Tenía muy presente en su mente, muchos recuerdos de sus vivencias. Sus comentarios bien argumentados atraían más la curiosidad. Poseía un excelente vocabulario con buena pronunciación, que deleitaba y que le delataba que había sido y era, una persona culta. Era una de esas personas que sabían conversar bien, con sus pautas e intrigas. Su historia bien podía considerarse digna de una novela. Su sorprendente memoria la mantenía muy fresca por muy antiguo que fuese su suceso.
La última vez que lo vi en su portal, se mantenía inmóvil, porque eso sí; las piernas le fallaban mucho al andar. Este suceso ocurrió en pleno invierno, y corría un suave viento que helaba. Él vestía una simple camisa con una ligera chaqueta de verano, sin mostrar apenas una sensación del aire frío de aquella mañana. Me comentó con expresados gestos de sus manos, con sus dedos impregnados de nicotina de su cigarro; que a pesar de todo, llevaba la ligera chaqueta, para no aparentar valentía ante la adversidad del clima, y así poder evitar miradas y chismorreos de la gente".
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