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17 sept 2017

Desesperación -1ª parte (Narración- novela negra)

"Somos el principio de una historia que no pretende terminar"
 
"Como cada dichosa mañana, sonó el despertador. Y como era habitual en él, lo dejaría sonar varias veces y a la tercera llamada se levantaría. Y así lo hizo, solo que notó como si el despertador sonara diferente y un poco más desplazado de su lugar habitual. También le costó encontrar el pulsador de la lamparilla de la mesita de noche, y tuvo el presentimiento de que  no tendría un buen día. Cuando consiguió encenderla, se incorporó de la cama e inmediatamente se encontró como desplazado pues enseguida comprobó que no estaba en su habitación habitual, y que los muebles del dormitorio no eran los mismos. ¿Estaré en un hotel?- se preguntó.- pero, ¡no puede ser!- se respondió. ¡hace años que no piso un hotel!. Y se quedó un rato pensativo medio incorporado sentado en el borde de la cama, e incluso se hizo un pequeño pellizco en el brazo derecho esperando no sentir dolor para comprobar que estaba en un sueño. Pero no fue así, pues el pellizco había causado efecto. Rápidamente le recorrió un escalofrío por el cuerpo y se puso derecho agobiado, terminando de ver el resto de la habitación que había tenido a su espalda. En el lecho había una mujer que le daba el dorso y al que su cuerpo le cubría una sabana. Esta imagen le mantuvo inmóvil un lapsus de momento porque ese cuerpo no parecía el de su mujer. Poco a poco fue acercando sus dedos a la espalda de la mujer para despertarla, pero tras varios toques el cuerpo de ella no respondía.
Tendrá el sueño muy profundo- pensó.- Así que insistió con unos toques más fuertes pero el cuerpo seguía sin moverse.
   Se quedó un rato más, pasmado y asustadizo, y tuvo la repentina curiosidad de saber quien era esa mujer. ¿Habré pasado la noche con una prostituta?, y con un golpe seco y rápido estiró la sabana descubriendo el cuerpo femenino. Esta vez, se quedó asombrado de la impresionante belleza con la que se supone que había compartido el lecho. Tenia un cuerpo perfecto, medio cabello le ocultaba todavía parte de su rostro. Mientras le seguía mirando, estaba intentando recordar y de justificar su instancia en esa habitación, pero el aturdimiento y la sorpresa no le dejaba pensar. El cuerpo y la hermosura de la mujer le tenía impresionado y a la vez perplejo.
   Sus ojos no dejaban de contemplarla apreciando el bello cuerpo femenino. Le dio otros ligeros golpes en su hombro izquierdo, cada vez más fuertes para despertarla pero la mujer permanecía en la misma postura, y lo único que consiguió fue, que los golpecitos fueran más bruscos logrando así girar el cuerpo en posición boca arriba.
   ¡Oiga! ¡oiga! ¡despierte!,- pero ni siquiera su voz pudo despertarla. Y volvió a quedarse unos minutos contemplando esa belleza aprovechando que el cuerpo había cambiado de posición. A pesar del momento que estaba atravesando, supo admirar ese cuerpo que le recordaba a la de ciertas diosas míticas. Con cuidado y con dos dedos, le separó el pelo que había quedado pegadizo con el sudor en
la cara. Fue cuando se dio cuenta que la mujer no respiraba. Estaba muerta. Y en su cuello había unas marcas moradas como si la hubieran estrangulado unos fuertes dedos. El miedo le invadió de nuevo y le paralizó por completo, y al cabo de unos segundos notó que su cuerpo se empapaba de sudor. Tenia que responder rápidamente ante ese suceso, llamar  la policía tal vez, pero no sabría como explicarles lo que no tenía una explicación para él. Es más, ni siquiera sabía en donde se encontraba. Recogió su ropa que tenia extendida por el suelo de la habitación y empezó a vestirse. Con cuidado y sin hacer ruido fue saliendo de la habitación y explorando el resto de la vivienda. Era un piso grande con dos cuartos de baño y cuatro habitaciones en las que no había dormido nadie porque las camas estaban sin deshacer. La cocina también era inmensa y sin embargo, todo estaba limpio, ni un plato por fregar; o sea, que tampoco se mantuvo una cena. Notaba que su camisa se iba empapando de sudor, y que sus pies le temblaban al caminar del miedo que sentía. Como pudo terminaba de recorrer la casa que finalizaba en un balcón con vistas a la ciudad. No se atrevió a salir al exterior por precaución a que le viera alguien. Volvió a recorrer la casa pero a la inversa, otra vez hacía la habitación, con un  paso más ligero tras comprobar que no había alguien más. Esta vez se fue fijando en detalles del hogar para encontrar pistas que le ayudaran a comprender su situación, pero nada de nada; él no había estado ahí antes. Entró en la habitación y volvió a contemplar a la mujer extendida en la cama. Tenía que tranquilizarse y tomar el control de su cuerpo, quizás encontraría una explicación después, cuando estuviera más calmado. Miró al despertador y se aproximaba a las ocho de la mañana, hora en la que cada día ya se estaba aproximando a su trabajo. Busco su móvil para hacer una llamada a su jefe y decirle una mentira para justificar su tardanza y su posible ausencia en el día de hoy. También
como no, llamar a su mujer. Esa iba a ser la llamada más difícil, porque no sabía que contarle por su ausencia nocturna. Tras una larga vida de monotonía, uno no rompe una constumbre así por las buenas, sin darle explicación previa a su mujer. Demasiados problemas se estaba encontrando esta mañana en la que tenía que dar explicaciones sin que él tuviera una.
   La cabeza no paraba de darle vueltas y de hacerse mil preguntas. Ni siquiera sabia en que parte de la ciudad se encontraba, ni el nombre de la calle. No sabia nada de nada. Solamente se encontraba en esa casa frente al cadáver de una mujer muy sensual. Una situación muy peliaguda. ¿Como fue posible que este tipo de mujer estuviera con un tipo tan mediocre como yo?- se preguntó en voz alta, como si esperara una respuesta de la víctima.
   Tenía que salir de esa situación y de la vivienda lo antes posible, pero lo tenia que hacer al estilo de las películas del cine negro, sin dejar huellas posibles. Fue al cuarto de baño buscando algo para limpiar las huellas y encontró un paño al que mojó ligeramente con agua. Lo primero que hizo fue empezar con el cuerpo de la mujer. Limpió sus manos, su cara y sus hombros, así pogresivamente hasta llegar hasta sus partes más íntimas. Le resultaba increíble que estuviera aseando el cuerpo de una belleza semejante. Se dirigió varias veces al baño para seguir humedeciendo el paño, haciendo comparaciones del cuerpo de la víctima con el de su mujer. Nunca había estado con otra, y por un momento se lamentó de no acordarse de la experiencia que pudiera haber vivido con la ella esa noche. ¿Como es posible? -pensó-. Nadie puede olvidar lo ocurrido en una noche con una mujer como ella. -Debí de estar muy borracho -se dijo-, y olió rápidamente su aliento por si notaba algo de alcohol, pero su aliento era el normal. Todo le era muy extraño. Tengo que limpiarle bien los genitales- se dijo-, es allí donde la policía busca primero muestras de ADN en caso de que hubiera habido una relación sexual. Y con esmero y precaución empezó su higiene. Tanto énfasis le estaba poniendo en su limpieza, que empezaba a notar que su miembro se endurecía. -Solo me faltaba eso- pensó-, una erección en estas extremas circunstancias. Luego no pudo evitar una eyaculación en el interior de sus pantalones. La cosa se le complicaba por momentos, cada acción que se suponía que tenía que solucionar algo, parecía complicarsela más. Solo me faltaba moverme con los pantalones húmedos- se dijo-.
   Después de este proceso, continuó con la limpieza haciéndolo en todas las posibles partes que él hubiera podido tocar: el despertador, el interruptor de la lamparilla, etc... Tenía que dejar la menor huella posible de su instancia, y de restar una relación con esa mujer y con su vivienda.
   -¿Pero, en donde estoy?- se volvió a preguntar por segunda vez. E indagó por la casa en busca de
pistas que le pudieran dar mas referencias. Encontró unas cartas todavía sin abrir de una sucursal bancaria en la que por fin averiguó la dirección; estaba en la calle Valparaiso nº 13 en su sexta planta, y la carta iba dirigida a una tal Irene Mateu Garcia. Ya sabía como se llamaba la víctima a la que acababa de sanear, o se le suponía que se llamaba así; y el nombre de esa calle seguía sin darle pistas de su situación, puesto que no conocía ni siquiera que existía. Y por supuesto, que estaba en un sexto piso con una excelente vista de la ciudad, en el número trece de ese lugar.
   Poco había avanzado en detalles de su localización, y el nombre de la víctima lo estuvo repitiendo varias veces en su mente. Miró el reloj para saber la hora, y ya había pasado media mañana. El tiempo transcurre muy deprisa según que circunstancias, y tenía que decidir en salir de allí; pero no antes sin darle un repaso por segunda vez en todo lo que hubiese tocado. Fue otra vez a la habitación y dijo un adiós en voz alta al cadáver de la supuesta Irene, y siguió repasando con meticulosidad todos los lugares donde pudiera haber puesto sus huellas. Cuando terminó, se dirigió a la puerta de salida, y agarrando el pomo con un pañuelo de papel para no dejar la última huella, quiso abrir la puerta en silencio y con discreción para salir, pero la puerta no se abría. Estaba cerrada con llave.
Por un momento creyó que no podría salir de allí. Surgían nuevos espontáneos problemas, y ahora se encontraba que tenía que empezar de nuevo registrando el hogar, en busca de una llave y volver a borrar las pruebas de su rastro. Los nervios le tenían poseído y comenzó otra vez a sudar gotas gordas que le caían al suelo. Tenía la camisa empapada y los pantalones húmedos de su eyaculación precoz.
   -Buscaré su bolso en busca de las llaves- pensó-.
   Y otra vez de vuelta a la habitación  donde la supuesta Irene seguía sin moverse y buscó el bolso. Este no aparecía en ningún lugar.
      ¡No es posible!, toda mujer lleva uno colgado bajo el brazo-se dijo-. Entonces continuó por los cajones y armarios en busca de esas llaves desesperadamente. Llaves que le llevaría a la salida de su pesadilla. Ellas seguían sin aparecer y la desesperación en su búsqueda iba marcando sus huellas que después tendría que volver a borrar.
   ¡No es posible! ¡no es posible!- casi gritó- ¡tengo que salir de aquí!-exclamó. Agotado se sentó en el sofá sin acomodarse, y buscó un cigarro en sus bolsillos para calmarse, lo necesitaba, y se prometió guardarse la colilla. Al fin y sin querer, vio en una pequeña mesita un cenicero donde reposaban unas llaves. Respiró profundamente y casi en dos caladas se fumó el cigarro. Apago la colilla, se la guardó en el bolsillo y comprobó en silencio si eran las llaves acertadas.
   Una llave, otra llave; y al fin, la tercera llave, giró el paño de la puerta, - ¡uuf! se dijo suspirando,- vio que se le acercaba el fin a su problema.
   Abrió la puerta muy lentamente dejando una ranura vertical para ver el exterior. Después de comprobar que podía salir sin ser visto, se dirigió hacia las escaleras donde pensó mejor bajarlas andando, despacio y sin hacer ruido. Previamente se aseguró de cerrar bien la puerta. No sabia si cerrarla con llave o no. Al final decidió cerrarla sin llave guardándoselas en el bolsillo del pantalón que seguían húmedos.
   Al final llegó al rellano de la portería y semi escondido vio gente que entraba en el edificio que se dirigían al ascensor. -He tomado una decisión acertada en bajar a pie,- se dijo. Entonces esperó desesperadamente que no le vieran ni se encontrará con nadie en las escaleras. Parecía un edificio muy concurrido, porque en un largo periodo de tiempo, no paraba de transitar gente. Deben de haber oficinas-pensó-. Parecía que se le acercaba el momento de poder salir, y así lo hizo. Antes de salir al exterior, se acercó a los buzones y buscó la sexta planta, Sí, eso parecía; allí decía que vivía una Irene Mateu Garcia. Solamente figuraba su nombre. O sea,- se dijo- parece que vivía sola.
   Entonces salió a la calle, respiró y caminó. Tampoco recordaba como había llegado hasta allí, preguntándose en donde demonios habría dejado su coche. Y todavía con los pantalones mojados, decidió tomar un taxi y huir. Huir de ahí lo antes posible." (continuará).......