"Y al final el amor que recibes es igual al amor que dabas". (-The End-, fragmento canción de The Beatles)
by: Miles Johnston |
Fue un matrimonio más bien de conveniencia y de supervivencia más que una relación amorosa. Pero ese matrimonio puede considerarse como una unión inteligente, pues ambos tenían una profesión que requería la máxima dedicación de ellos. Y digo que fue en pasado, porque el marido un catedrático en lengua muy respetado en la Universidad, falleció repentinamente. Sinceramente su mujer, también una valorada abogada, no es que demostrara mucho el fallecimiento de su marido, pues más bien, con él era la persona que menos compartía su vida. Hay que adelantar en esta narración, que ciertos oficios requieren mucho tiempo de dedicación de la vida de personas con oficios muy responsables. En el ejemplo de ellos, podemos comprender el porqué muchos matrimonios de personajes populares se rompen y enseguida llegan a divorciarse e incluso a odiarse. Pero el caso de esta pareja no fue así. Más bien fueron tolerantes y comprendidos valorando ante todo, su profesión e independencia.
Evidentemente esa dedicación laboral comprende una relación con muchas personas diversas. Así que la convivencia casera se cumplimentada con cenas y comentarios de anécdotas laborales. Esa manera de amarse entre ellos tenia ese ingrediente que les mantenía unidos.
El catedrático como se ha dicho, falleció por un inesperado ataque cardiaco en la misma universidad donde placticaba una clase.
Después de que se anunciará entre los conocidos su fallecimiento, llegó el día de su despedida en el sepelio.
Su mujer iba recibiendo a las personalidades que asistían a la despedida. Muchos de ellos demostraron estar consternados por el inesperado fallecimiento. Sentimientos de dolor y de pésame acompañadas de comentarios y anécdotas que experimentaron con su marido. Otros daban palabras de agradecimiento por el que fue un gran maestro. Y flores, muchas flores acompañaban su féretro. La mujer todavía no era muy consciente de la perdida de su marido. Pero tuvo unas incógnitas y una curiosidad por todos los rumores que recibía sobre él. Vivencias y sorpresas que le llegaban de todas esas consideraciones que llegó a pensar que realmente no llegó a conocer a su marido. Cuarenta y cinco años de matrimonio y ahora se estaba concienciando que convivió con un marido que no llegó a conocer mejor. Realmente todas esas apreciaciones parecían que fueran de un desconocido. Llegó a compartir vida con él, pero realmente no fue una relación de un matrimonio normal, pues entre su convivencia existía esa devoción a sus vidas laborales.
En esas observaciones existían otros acontecimientos de su marido que ahora le eran novedosas. Había ignorado otros sucesos y otros significados de su existencia. Un vergonzoso arrepentimiento le surgió de repente. Todo eso le rondaba ahora por su mente, pues en sus vidas no habían compartido los suficientes sentimientos. Llegó a pensar que el tiempo no se puede echar a perder, existe esa oportunidad en la vida en la que hay que sincerarse y explicarse. Todo eso es importante y debe ser compartido con otra persona.
Cuando el funeral terminó, la mujer fue al despacho hogareño donde a veces él había pasado horas entre sus papeles. Allí encontró escritos a mano, estudios y tesis. Lecturas predilectas. Archivos con gran documentación, fotografías y correspondencia de carácter personal y profesional. Entre los adornos y símbolos significativos que decoraban esa habitación, encontró un cuadernillo con la contabilidad de la casa, y en el fondo de un tercer cajón, otro con tapa roja que contenía un pequeño diario íntimo y personal.
En ese cuadernillo rojo figuraba desde muchos años atrás, pequeñas vivencias que ahora se convertían en recuerdos. En unas páginas explicaba el dolor por la perdida de la hija perdida en un aborto accidental. Emociones escritas en tinta que supuestas lágrimas habían mojado su letra. Redacciones de lejanas excursiones y viajes al extranjero, con cenas en caros hoteles que terminaban en noches amorosas. Todo ello relatado con mucho sentimentalismo.
En esas confidencias explicaba las discusiones y enfados arrepentidos que pudieron haberse evitado en su relación. El silencio que mantuvo cuando por sorpresa, se informó que su mujer mantenía una relación amorosa oculta, que él perfectamente comprendió porque era consciente que ella recibía un amor, que por entonces, era incapaz de corresponder como marido.
La curiosidad le hacía rebuscar en todos sus amontonados papeleos. En ellos encontró la elaboración de un manuscrito inacabado en la página 152. Un ensayo que estaba escribiendo detalladamente con poesías desconocidas del romántico Lord Byron y su relación con la dramaturga y escritora Mary W. Shelley, creadora de la fabulosa novela Frankenstein.
Leyendo esa creación del ensayo se dió cuenta realmente, de que su marido tuvo facetas que ella ignoraba, incluido la soledad. Quizás, sin ser conscientes, sus uniones fue más bien un complemento para satisfacer un vacío existencial fuera de sus profesiones. Un acuerdo mutuo que nunca se llegó a declarar. Entre ellos, nunca surgió un apasionado cariño, sino la necesidad de una compañía. Sin embargo, hay personas que encuentran ese verdadero afecto en sus ideales, en aficiones o en pasiones laborales donde suelen encontrarse realizados.
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