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21 abr 2019

El despertar de la eternidad (cuento-narración)

"Cada partida es una anticipación de la muerte
y cada encuentro una anticipación de la resurrección"
(Arthur Schopenhauer)

   Un hombre es despertado del sueño eterno por el tribunal celestial para requerirle su presencia otra vez en la vida terrenal y reencarnarlo como ser humano.
   Los magistrados saben de antemano de la buena reputación y del excelente currículum que el hombre había tenido en su vida anterior. El hombre todavía medio adormilado, tomó un asiento a la espera de que comenzara la sesión preguntándose para qué se le había evocado.
   El consejo estaba compuesto por numerosas personas que aparentaban tener milenios años de antigüedad. Eran personajes de apariencia muy vieja, pero que sin embargo, hablaban y se movían entre ellos con mucha lucidez y agilidad. Al transcurrir un momento que podía parecer eterno para un humano, decidieron comunicarle al hombre que ya había llegado el momento oportuno de despertar y que debería volver a la vida terrestre.
   El individuo, al oír estas palabras, acabó despejándose del sueño. Levantó la mano y cuando vio el momento oportuno, preguntó cual y porqué era el motivo para ese regreso.
   La audiencia quedó sorprendida mirándose en silencio unos a otros, pues no era muy habitual que los requeridos hiciesen preguntas y menos con cara de infelicidad.
   Hubo otro momento de comentarios y discusiones a la que el interesado apenas podía oír, y la sala se convirtió en un espacio de murmullos que más bien invitaban al hombre a volverse a dormir. Hasta que de repente y como si todos se hubiesen puesto de acuerdo, se hizo otra vez el silencio. Salió una voz entre uno de ellos sugiriendo que era urgente su aparición en la vida terrenal.
   El hombre escuchó la sugerencia, pero permaneció inmóvil y en silencio. Toda la sala permanecía a la espera de algún comentario de esta alma impasible, y cuando parecía que podían dar el tema como asunto zanjado por el silencio del individuo y darle sentencia, este respondió dejando a la sala perpleja, comentando que ya había conocido la condición humana y su lugar; un abismo donde reinaba la maldad. -Para habitar ciertos lugares, es mejor permanecer en silencio y en el sueño eterno -comentó-.
   Una vez más, la sala quedó perpleja ante la negativa del requerido, y el silencio volvió a dominar otros instantes  más.
   Otra voz similar a la anterior salió de la multitud reunida, recordándole que era un afortunado al ser llamado por decisión de la sala, y darle la oportunidad de regresar a la vida..
   El hombre todavía seguía impasible sin dejarse impresionar por lo que empezaba a ser una presión. Necesitaba más convicciones para aceptar. Y así lo hizo saber a la sala.
   La congregación y el lugar parecía diferente al habitual, porque para sus comensales hacía mucho tiempo que no disfrutaban de alguien que mostraba un desacuerdo, cuando podían contar con miles de almas a la que no pondrían reparo en tener otra oportunidad así. Para la sala, este acontecimiento era   como un espectáculo.
   El hombre todavía permanecía sentado, sintiéndose ya como un preso al que se le está juzgando.
   Otra voz más potente que las anteriores se escuchó, rogándole que tomase en consideración esta proposición terrenal, añadiéndole que se trataba de una petición urgente y desesperada, y que su presencia en la Tierra debería ser inmediata.
   El sujeto rápidamente preguntó sin pensárselo esta vez, el porqué de esa urgencia y a qué era debido.
La misma voz anterior titubeó un poco para responderle, pero al final le contestó: -A la Tierra le hace falta un poco más de humanidad, y estamos intentando repoblarla de buenas personas. Ud ha sido seleccionado para ello. Si esto no fuera posible, ya nada tendrá sentido aquí en la eternidad, y nosotros, las almas, tampoco-.
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